Guy Colwell en Varsovia

Llevando una vida azarosa, llena de polémicas desde su juventud hasta la actualidad, el trabajo de Colwell, en los comics, y en la pintura, merece ser más visto y leído de lo que hasta ahora lo ha sido. Nacido en Oakland en 1945, Colwell estudió un par de años en bellas artes y consiguió trabajo como escultor para la empresa de juguetes Mattel, que alternaba con ilustraciones para periódicos contraculturales, pero, a los 23 años, fue a la cárcel por negarse a pelear en la guerra de Vietnam. Al salir luego de 18 meses (gracias a un indulto del presidente Jimmy Carter) Colwell entraría de lleno en la movida del comix under creando su revista Inner City Romance, para la editorial Last Gasp, donde publicó historietas de temas contraculturales, el amor libre, la reivindicación de las minorías y la lucha contra el stablishment y las injusticias sociales de todo calibre.

En sus primeros comics los protagonistas eran casi siempre afroamericanos, por lo que mucha gente supuso que Colwell era también un hombre de color (de hecho, la historia que abre el primer número de Inner City.., es Choices, protagonizada por James, un joven negro que acaba de salir de la cárcel por posesión de marihuana, y que más adelante se convertirá en estrella de rock). A lo largo de los 5 números de Inner City Romance, publicados casi anualmente, Colwell fue puliendo un dibujo de un estilo muy particular, a ratos prolijo, a ratos descomplicado, con una forma de enfocar la figura humana más propia de cierta pintura figurativa que de los comics en general, y a cambio, un manejo de los encuadres y una composición de las viñetas en la página que remitiría más al cómic francés (que, en otros sentidos, no representaría ninguna influencia en el trabajo de Colwell). Moviéndose durante los años 70 entre los comics que coloreaba para la editorial Rip Off y su revista personal Last Gasp, y los escarceos con la pintura convencional, Colwell supo ser consecuente en todo lo que dibujó.

En su obra pictórica, y en su trabajo de ficción en los cómics, encontramos siempre la misma constante, preocupaciones políticas parecidas a las de Howard Cruse,  un enfoque menos cínico que el de Robert Crumb y unas historias mucho menos (auto) referenciales que las de Harvey Peka. Asimismo, es imperativo señalar también que, desde sus historias breves de Inner City Romance, Colwell era ya un autor tan talentoso, tan inteligente y tan profundo como los mencionados.

Pasando relativamente desapercibido durante décadas, a finales de los 80 un cómic suyo que aparentaba ser menos comprometido que los primeros se convirtió en su gran éxito: Doll, una novela gráfica con altas dósis de erotismo y de humor negro, que por momentos remite al Clic de Manara, pero como si el Clic de Manara fuera escrito por Tom Wolfe. En Doll asistimos a las desventuras de Wiley Waxman, un escultor hiperealista que un día recibe un extraño encargo, crear una muñeca perfecta para Evergood Crepspok, un hombre espantosamente feo y espantosamente bueno. De entrada Waxman rechaza el encargo, pero el deforme Crepspok, con los tumores que le cubren la cara y el cuerpo, se le aparece en sueños protagonizando cuadros del renacimento, así que finalmente, Waxman acepta construir la muñeca, teniendo como sponsor a Mal Murphy, un magnate de las revistas para adultos (caricatura simultanea de Hugh Hefner y Larry Flynt) quien no escatima en invertir 200.000 dolares en algo que será mejor que cualquier muñeca inflable, el sueño de cualquier misógino, una mujer perfecta que no habla, no molesta, es hermosa y deseable, y está dispuesta para el sexo en cualquier momento.

El resultado es increíble, la muñeca es tan perfecta que al estar lista Murphy no querrá dársela a su usuario final, el escultor decide robarla para darsela al solitario Crepspok y eso será el comienzo de una serie de intrigas absurdas, divertidas y trágicas, que expongan los esplendores y miserias del mundo editorial, de hollywood, del machismo y del feminismo. Publicada por entregas Doll resultó muy exitosa y tuvo respuestas opuestas de críticos que reconocieron una novela gráfica de largo aliento (110 páginas) con una estructura sólida y un tema sustancioso, a la par de las protestas de grupos feministas que alegaron que el pretexto de la sátira social, ocultaba una obra que realzaba el papel de la mujer objeto y que por tanto era completamente sexista. Preocupado por sentir que él mismo había traicionado los ideales de su militancia de los 60, Colwell cedió la mitad de las ganacias del libro de Doll a diversas instituciones benéficas. Acto seguido escribió y dibujó una secuela de Doll, igual de exitosa, acaso aun menos comprometida, y luego se alejó de los comics por mucho tiempo.

No exactamente un reino pacífico, acrílico (2012). Una compleja composición que tomó un año entero para ser acabada.

Abuso, acrílico (2004). Cuadro que refleja las torturas en la cárcel de Abu Greib que le supuso una serie de problemas tanto a Colwell como a la galería y la galerista, que la expusieron.

Dedicándose en años recientes únicamente a la pintura, a murales, como uno de 23 metros para el zoológico de Oakland, a pinturas surrealistas llenas de animales extraños o a retratos sociales de la recesión, el 11 de septiembre o las playas de California, el año pasado su trabajo se vio cubierto una vez más por la polémica, su cuadro Abuse, inspirado por los desmanes de los soldados que estaban a cargo de los prisioneros de la cárcel de Abu Graib en Irak generó todo un escándalo, al punto de que Lori Height, la dueña de la Galería Capobianco de San Francisco, donde se exponía la pintura, fue brutalmente golpeada por un desconocido en la calle y recibió varias amenazas de muerte, viéndose obligada a cerrar la galería. Notoriamente dolido, Colwell afirmaría al momento de llevarse los cuadros a su casa, que la actitud violenta de los extremistas de ultra derecha había sido similar a la de los soldados del cuadro que él había pintado.

Lleno de historias que contar, siendo antes y ahora testigo de su tiempo y utilizando el dibujo como un arma efectiva para hacerse oír, el ya maduro Guy Colwell es muy activo en sus redes sociales, especialmente en instagram, donde pueden verse actualizaciones casi a diario que incluyen bellísimas pinturas y también uno que otro cómic reciente. Como diría el viejo William Faulkner, Colwell es de esos artistas que tienen una voz inagotable.

Inner City Romance y Doll han sido editados por Fantagraphics en ediciones cuidadas y llenas de extras.

Diego Guerra
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