1.- El 45 Salón Nacional de Artistas en la Galería Santa Fe, la Biblioteca Nacional, Espacio Odeón, la Sala ASAB y el Museo de la Tadeo. Brutal demostración de que la Economía naranja no es más que un absurdo intento de desactivar todo potencial crítico de las producciones visuales contemporáneas.
2.- La exposición Universos desdoblados, curada por La Usurpadora (María Isabel Rueda y Mario Llanos). Capítulo aparte dentro del grupo de muestras del 45 Salón Nacional: hipótesis de futuro en tiempos de profundo desagrado hacia el status quo, autodestrucción del consenso democrático y progresiva aniquilación planetaria vía la elección de políticos nacionalistas.
3.- La exposición Pro-Revolution de Juan Obando en Espacio Odeón. Análisis desromantizado de los mecanismos de la protesta neoliberal.
4.- La exposición Monumento al Tornillo desconocido de Gabriel Zea en el Monumento a Los Héroes. Crítica al sistema de desregulación laboral, cuestionamiento al uso del tiempo del público en una exhibición y premonición del Paro Nacional.
5.- La gestión de Ximena Gama como curadora en la Cinemateca de Bogotá. Experiencia, aplicación efectiva de la interdisciplinariedad y ganas de dejar hacer.
6.- La inauguración del nuevo edificio de la Cinemateca de Bogotá. Un espacio que no es sólo descreste infraestructural sino programación atenta y cuidadosa. (Recomendadísima: su Biblioteca Especializada en Cine y Medios Audiovisuales.)
7.- La inauguración de la Galería Santa Fe. Un lugar auspicioso para hacerle contrapeso al desfalleciente (y por lo mismo, más peligroso) San Felipe.
8.- El mural “¿Quién dio la orden?”, de Puro Veneno. Arte político puro y duro.
9.- El nombramiento de Alejandro Gaviria como rector de la universidad de Los Andes. Y la posibilidad de que el programa de artes de esa universidad revise si su crisis de inscritos no tiene que ver, por ejemplo, con el increíblemente enorme costo de su matrícula.
10.- La vaciada que le metió Rubén Mendoza a la vicepresidenta Martha Lucía Ramírez en el Festival de cine de Cartagena. ¡Al fin un productor cultural puso en su sitio a esa señora!
11.- La foto del beso de Claudia López y Angélica Lozano. Imagen de una época que, de cualquier manera, representará una mejora ante la desgracia de mandato de quien se larga este 31 de diciembre del Palacio Liévano.
12.- El tweet de José Félix Lafaurie donde confundía performance con ritual satánico. Estupidez crónica con visos de paramilitarismo cultural.
13.- La protesta de Érika Ortega por los 6500 millones de pesos del contrato de la compañía francesa Maison Production para celebrar la navidad del bicentenario de la independencia de Colombia (sin la soga de juguete).
14.- El arsenal de analogías estúpidas del alcalde Enrique Peñalosa. Performance de idiocia lingüística en su más pura expresión.
15.- La exposición Happy Like, de Alejandro Londoño Urdaneta y curaduría de María Adelaida Samper. Examen riguroso sobre la economía simbólica y la vigilancia del afecto en la sociedad digital.
16.- La exposición BLAA 60 años: evidencias para una nación. Paliativo para tiempos de mentira corporativa de rápido consumo, noticias prefabricadas por periodistas prepago y noticias RCN.
17.- La exposición Elevación de Ana María Millán en el Museo de Arte Moderno. Reconstrucción no literal (y sin víctimas) de la guerra civil colombiana.
18.- Los nombramientos de Laura Zarta y María Wills en el área de artes de la Luis Ángel Arango. Un cambio que hacía bastante falta en tan importante pero dormidita institución (a destacar la reactivación de Nuevos Nombres –esta vez muchísimo menos grandilocuente–, la posibilidad de que esa entidad haga menos exposición importada y facilite más exposiciones de tesis y, ¡por favor! un El Parqueadero que algún día pueda tener horarios de verdad amables).
