Los varones del sol, en Galería Sextante 

 

Se trataba de una serie de dibujos de la artista María Fernanda Patiño, acompañada por la interpretación escénica y prosa poética de Lorena Cubillos, museografía viva director de arte Juan Alberto Galvis y curaduría de la artista e historiadora Natalia Gutiérrez Montes. En un montaje coral diseñado por este grupo bajo el nombre de Arte Consciente, se ofrecieron caminos para entender la peor crisis de derechos humanos que enfrentó Colombia en esta generación. Para hacerlo, decidieron que la muestra debía manejar una sensibilidad ajena a la del recuento de vidas perdidas —evitando la enumeración que quita peso a los cadáveres en cada conteo—, a medir la extensión de la salvaje cadena de mando —que subraya el apetito de sangre ajena en una soldadesca experta en perder guerras— o la representación del dolor de las madres en duelo —con retratos de las madres en duelo. 

Así, las imágenes reconstruidas por Patiño siguieron varios criterios para configurarse como el elemento central de la muestra: partían de información sobre los masacrados —consignada en archivos cada vez más difíciles de encontrar a consecuencia de un perverso pero juicioso ejercicio de borramiento de toda traza de este mandato de la  política de Seguridad Democrática en internet—; manejaban una composición donde la imagen de cada víctima se fundiera, a veces por partes, con un paisaje exuberante; planteaban la descripción naturalista de los rostros para fijar sus rasgos a partir de fotografías de formato institucional; y estaban montadas siguiendo una teoría museográfica que reflexionaba sobre el hecho de trabajar temas como éste en espacios como el elegido.

La exhibición se tituló siguiendo el patronímico del pueblo cuyas víctimas se quería conmemorar. Recordándonos que las sílabas Sua y Cha significan «sol» y «varón», respectivamente, Arte Consciente iluminaba la «absurda coincidencia» burocrática donde empleados públicos armados recibieron «importantes reconocimientos que descansan en sus uniformes en forma de relucientes soles de metal». Estrellas de lata por cada muerte en Excel.

Además, propusieron tres encuentros entre los dibujos y una activación de textos elaborados para cada ocasión. Estos eventos fueron definidos como actos escénicos diferenciados: Retractus (19 de mayo, 2022), dedicado a enfatizar la identidad de cada uno de los asesinados por el ejército colombiano en la masacre de los Falsos positivos de Suacha; Eclipsis (9 de junio, 2022), donde se señalaba la relación entre las alegorías solares del lugar de origen de los jóvenes sacrificados y los rituales de premiación a partir de estas mismas muertes dentro del ejército responsable; y Reflexus (30 de junio, 2022), concentrado en dar cuenta de las formas que asume el duelo ante un acto de violencia sistemática de origen estatal.   

 

En cada acto la disposición de las obras se iba modificando. Mientras en Eclipsis, los marcos estaban en un montaje que subrayaba el carácter luctuoso del proyecto (filas de dibujos colgados en la pared con iluminación propia, a imitación de los nichos funerarios de cementerios de clase obrera y dos pedestales en la sala dibujando en el piso la sombra de un eclipse), en Reflexus ofrecían una organización menos rígida (siete obras agrupadas en semicírculos en paredes enfrentadas ante los que cada pedestal reflejaba en el techo la presencia de sendos astros tutelares).

De esta manera, Arte Consciente buscó subrayar la importancia de que la exposición no terminara como evento en suspensión museal durante los meses que permaneciera abierta. Una particular comprensión del hecho exhibitivo que utiliza imágenes de memoria en un entorno lastrado por la necesidad de (siempre) hacer (espectacularmente) visible la novedad: generalmente, las galerías de arte sólo son masivamente visitadas (para no mirar las imágenes expuestas) en sus inauguraciones; individualmente durante algunas jornadas especiales; y, finalmente, por los grupos de encargados de desmontar las muestras. En esta oportunidad se quiso conjurar —nunca mejor dicho— esa tendencia gracias a un proceso de planeación/puesta en escena que se extendió incluso hacia las piezas de señalética impresas para cada momento.

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Este 28 de junio, el padre Francisco de Roux presentaba el Informe final de la Comisión de la Verdad en el teatro Jorge Eliécer Gaitán. Rodeado de víctimas señaló respecto a la orden de elevar a la maldita sea las cifras de muertos en la guerra civil que libró el ejército colombiano contra su ciudadanía: «si hubieran sido diez sería gravísimo, si hubieran sido cien sería para el cambio de un ejército. Fueron miles y es una monstruosidad.» 

Con esa declaración no sólo abrió una puerta para que el perdón empiece a reemplazar el oportunismo de las versiones que quieren explicar hechos como el que se trató de reelaborar en esta exposición. De este modo, no dejó de reiterar la necesidad de seguir construyendo la memoria para muchísimos de los actos que distinguieron la matanza que por fin concluyó aquí. En cierta forma, lanzó también una invitación para que propuestas como la de Arte Consciente empiecen a imaginar un modo de enfrentar a este país con su barbarie y el modo de superarla. Poco a poco, construyendo en el camino. 

 

 

Los varones del Sol, de María Fernanda Patiño. 

Curaduría: Natalia Gutiérrez Montes. Interpretación escénica y prosa poética: Lorena Cubillos. Museografía: viva Juan Alberto Galvis

Galería Sextante 

19 de mayo-12 de julio, 2022

Bogotá

Las personas retratadas en esta exposición fueron: 

Daniel Andrés Pesca Olaya, Jaime Castillo Peña, Daniel Alexander Martínez Peláez, Jader Andrés Palacio Bustamante, Jaime Estiven Valencia Sanabria, Jonathan Orlando Soto Bermúdez, Julio César Mesa Vargas, Diego Alberto Tamayo Garcerá, Fair Leonardo Porras Bernal, Diego Armando Marín Giraldo, Julián Oviedo Monroy, José Joaquín Castro Vásquez, Elkin Gustavo Verano Hernández, Maria Alexander Arenas Garzón, Víctor Fernando Gómez Romero, Óscar Alexander Morales Tejada y John Nilson Gómez Romero. 

Guillermo Vanegas
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