Informe Encuentro Territorial Región Orinoco-Amazonía para las Artes Plásticas y Visuales 

«Veintitrés años sin aparecerse», declaraba un participante del Encuentro al que me invitaron Elena Salazar y Pamela Paternina, para conversar sobre arte y Amazonía con agentes del campo en esa región. Con esa cifra quería subrayar el ausentismo de las Áreas de Artes Visuales del exMinisterio de Cultura respecto a lxs artistas de ese territorio. «O sea que el gobierno de Francia y Gustavo» pensaba yo, «sí quiere cambiar dinámicas. Ojalá le duren ánimo, ministro y funcionarias».

A quienes se lo estén preguntando: no, La Rota no respondió. Me explico, en el Encuentro Territorial Región Orinoco-Amazonía para las Artes Plásticas y Visuales celebrado el 15 y 16 de septiembre en la ciudad de Leticia, el Jefe del Área de Artes Plásticas y Visuales del Ministerio de las Culturas —como el exMincultura abandonador— no se apareció. Ya desde Bogotá la gente venía preguntando por el hombre. Pero nada. En Leticia, alguien sugirió que llamáramos a Joséalejandro —el artista que invita a todo— para pedirle información sobre él. Nadie tenía su número (y para averiguarlo tocaría empezar un bucle metairónico: llamar a La Rota para pedírselo pero él nunca contesta, etc.) 

Las jornadas se distribuyeron en dos etapas. En la primera nos presentamos con un amplio grupo de artistas y gestorxs entre cuyos nombres recuerdo los de Roberto Panaifo (huitoto), James Marín (cocama), Jhon Sierra (tikuna), Víctor Gutiérrez (cocama-ticuna), Carlos Mario Vela (magüta), Obsimar Lopez (magüta), Jonathan Careca (magüta), Franklin Peña (tikuna), Moisés Criollo (ocaina), MarkosRap (magüta), Luz Adiela López (magüta), Olmer Coello (magüta), Wilinton Muruy (andoque). También había representantes de los departamentos de Putumayo, Caquetá y Amazonas y personas que se habían establecido en el departamento como Pulpa (caleño), Dannia Colombia (bogotana), Keyla Torres (quindiana), Solmi Angarita (bogotana) y Pilar Maldonado (bogotana). 

Luego, Salazar explicó el motivo de la reunión (la confección del nuevo Plan Nacional de las Artes Visuales) y su metodología: dividirnos por mesas para hablar de los puntos que lo constituirían. Me correspondió aquella donde conversaríamos sobre la condición del Estado «como garante de la diversidad cultural de los diferentes pueblos, territorios y actores» y «la cultura y sus expresiones simbólicas como bien público y de interés colectivo». 

Quienes habitan allí nos indicaron que lo que más se nota del Estado es su ausencia y que en reemplazo del Ministerio de Cultura debía mencionarse la gestión —al parecer, hoy desfalleciente— de la sucursal del Banco de la República: invitar a artistas o literatas para que presentaran sus trabajos, acompañaran la realización de talleres y catalizaran la organización de exposiciones con sus resultados. En este punto recordé haber escuchado e-xac-ta-men-te lo mismo en la sede del Banco en Nariño y entre otras muchas ideas, la del enorme beneficio que tendría que desde Bogotá se recuperara la coordinación de esas iniciativas para reactivarlas aprovechando prestigio, autonomía presupuestal e infraestructura: si pudieron revivir Imagen Regional ¿por qué no los ciclos de formación, también? 

Luego pasaron a hablarnos sobre la configuración del propio campo artístico en la región. Nos explicaron que el eje donde más se produce arte contemporáneo es el marcado entre Leticia y Puerto Nariño (de hecho, cuestionaron la sede del Encuentro, destacando que podría haberse realizado en este último lugar). Así mismo, fuimos contextualizados sobre sus procesos de formación profesional, resaltando el alto volumen de trabajo intrafamiliar (educación artística en redes de parentesco y talleres domésticos), la no concentración disciplinar (todxs dijeron cumplir con más de una labor/técnica creativa) y, en ausencia de escuelas de especialización en artes, acudían al SENA para cualificar procesos técnicos y administrativos. A quienes se lo estén preguntando: no, la sede de la Universidad Nacional en Leticia no ofrece carrera en artes plásticas  y visuales.

Así mismo, señalaron que la difusión de sus prácticas toma una de tres vías: construcción de tejido social mediante visibilización de procesos culturales propios, salvaguarda de la memoria y comercialización de productos y/o eventos. En este punto destacaban la funcionalización del mercado donde ponían al mismo nivel venta de obra y trueque como forma de pago cuando necesitaban insumos de difícil acceso. 

Un dato emocionante. Para quienes trabajamos en el campo artístico nunca dejará de sorprender la eclosión de una escena. Sobre todo si contradice la mala metafísica bourdieuana de aquellos historiadores de arte nativos que leyeron mal a Bourdieu. En el caso de este Encuentro, sucedió lo contrario del cuento de Monterroso: antes de 2021 «cuando despertó, el campo artístico amazónico no estaba ahí». Debió ser producido por personas como Andrés Domínguez, artista y gestor basado Leticia que decidió emprender la tensionante tarea de llamar a las personas que había venido conociendo como productoras creativas en esa extensa zona y que, como ya se explicó, transitaban con presteza por áreas laborales, países, modelos de negocio, estrategias de autogestión y al día de hoy exigen (oído La Rota, oído Joséalejandro) reconocimiento e investigación.   

Cuando empezamos a socializar las conclusiones, tanto las funcionarias del Ministerio como los asistentes mestizos no dejaban de referirse una y otra vez, a Edinson Quiñones y su gestión de un Encuentro similar en Popayán. Siempre que lo mencionaban lo ponían como validador. Por (muchos) momentos (varios de) los asistentes vimos aparecer las llaves, una y otra vez: él era el (verdadero) Asesor de Artes Visuales en el evento. De hecho me pregunté «¿será que estuvo entre quienes fuimos entrevistados para ese puesto?» «¿por (la falta de) qué (padrinazgo) no habrá quedado?»

Entre los elementos que destacaron las personas asistentes estaban: 

1.- La imprescindible regularización de los diálogos con el Estado y la veeduría sobre su ejecución presupuestal (aberrante el caso de la alcaldía de Leticia contratando artistas peruanos o brasileños porque con el cambio de moneda sus honorarios salían más baratos).

2.- El fortalecimiento del recientemente surgido campo artístico, atendiendo a que no sólo se trataba de un área en tensión, de contacto entre pares, sino también entre generaciones y culturas.

3.- La necesidad de contemplar la sostenibilidad del sector y sus prácticas atendiendo la crisis medioambiental y la introducción de éticas del cuidado.

4.- La delicada imbricación que hay entre «tecnología, medicina y buen vivir». Enorme punto que merece más que una mención en este articulo y  demasiadas investigaciones de mediano aliento. Tan potente es que valdría como para revivir en serio el Salón Nacional de Artistas. Digo, si se hizo uno en torno a un río secuestrado por proyectos inmobiliarios… 

El día siguiente reelaboramos lo trabajado y nos preparamos para asistir a la maloka de la señora Kasia Morales, su esposo Walter Morales y su familia. Además de ser amablemente atendidos por sus propietarios, apreciamos el trabajo artístico de Moisés Criollo, MarkosRap, Luz Adiela López, Olmer Coello, Irene Silva y Wilinton Muruy. Al caer la noche regresamos a una Leticia sin luz a dormir.

El corolario de este Encuentro fue la promesa de la acumulación de sus resultados en la ciudad de Cúcuta , una futura charla con las academias y la consolidación de un proceso que, por el cronograma entrevisto, hasta ahora va bien. Importantísimo que las anotaciones, presentaciones,  videos y grabaciones de audio que se hicieron durante todo el evento ingresaran a un archivo de fácil consulta. Demostración de respeto real por parte del Ministerio a la cantidad de producción de conocimiento y riqueza de aportes ofrecidos generosamente por una población interesada en crear un ambiente de trabajo promisorio y críticamente optimista. Qué eficaz articulación de voces, reclamos y opiniones.

Guillermo Vanegas
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