Somátika, Aceleracionismo sincero XVIII: Alfonso Ordóñez Nieto en El Taller 

«[[ ]] La historia es así: una singularidad tecnocapitalista conquista la Tierra mientras la racionalización renacentista y la navegación oceánica se adhieren al despegue de la mercantilización. Una interactividad tecnoeconómica logísticamente acelerada derrumba el orden social en un desenfreno maquínico autosofisticante. A media que los mercados aprenden a manufacturar inteligencia, la política se moderniza, actualiza la paranoia e intenta tomar el control.»

Nick Land, Colapso

Entonces hablemos de trabajo. Porque nos gusta hacerlo (así lo tengamos y sea de mierda: el que hay no dura, es amenaza de (auto)explotación constante o lo perdemos porque contratan a alguien que cobra menos —o no cobra). O porque ya no sirven los referentes de las generaciones anteriores para entenderlo. En Somátika Ordóñez vuelve a él no para abundar en lamentos, sino para hacer ver que podríamos comprenderlo mejor si lo miráramos como un mito de Sísifo personal en que nos dolemos por nuestra disponibilidad permanente pero vivimos firmando contratos temporales que cumplimos y nos pagan tres meses después para no saber qué hacer con la plata (no alcanza para pagar deudas ni, mucho menos, capitalizar). (1)

[[ ]] La historia es así: este vacío epistemológico persiste en el país por lo menos desde la década de 1990. El aterrizaje de nuestra generación y las siguientes en los desiertos de la flexibilización laboral y el consumo global empezó durante el gobierno del entreguista César Gaviria Trujillo. Ocho años antes de la pesadilla de la Seguridad Democrática, ése neoliberal mantenido desindustrializó al país por decreto, destruyó su economía productiva y lo arrodilló ante la financiera. (2) ¡Todo adobado con brands y televisión privatizada! 

Dentro de la iconografía de esta exposición está Planet Sunrise 2020, un dibujo trazado sobre hoja de bocetos. Mezclando grafito y lápices de colores representa un Fújur malviajado que saca la lengua y vuela llevando a un Batman queer que abre su capa. Detrás suyo, AguasNegras torsidesnudo sonríe y viste pantalón botacampana naranja, un pie descalzo acompañado de moscas. Porta collar de cabeza de Gnomo de la BRB Internacional, gafas futuristas y un tapabocas en la mano derecha. Ondea su cabello e imagina logotipos de la suite Facebook, Youtube, y Netflix, cepillo de dientes, tarro de listerine, rayito de emoji, botella de aguas negras del imperio, cabeza de Jesucristo molido a golpes, pene eyaculando, nalgas con tanga roja, senos de actriz porno específica y la bandera  COVID-19, obra que hizo el artista Jorge Sarmiento durante la pandemia.

[[ ]] La historia (del arte) es así: «La obra visual de Fernando Uhía nace y crece con la introducción de la Apertura Económica en Colombia en 1990. De hecho usa sus mismas herramientas: promiscuidad mercantil, aceptación sin restricción de capitales “golondrinos” al mejor postor sin importar el país de origen, efecto mariposa de consecuencias inesperadas, exageración del empaque sobre el contenido y preponderancia de la estética sobre la ética; todo lo cual se manifiesta [en sus obras] como apariencia visual múltiple, cambios repentinos e injustificados de medio o técnica, pinturas que se pintan solas o tienen apariencia zombi, uso indiscriminado de series sin principio ni final, exageración de los efectos visuales y licencia para apropiar o clonar indiscriminadamente obras de otros artistas o frases de críticos de arte….» (3)

Entre Uhía y Ordóñez median décadas. Y a pesar de que se desconozcan mutua o deliberadamente (4), representan el mismo camino del desarrollo económico en países desastrados por una dirigencia que los odia —a los países, no a los artistas— visitando la misma iconografía: logotipos corporativos, (personajes de la) cultura popular, sexualidad heteronormada explícita. Mientras el uno lo hace desde la pintura, el otro desde el dibujo; uno revisaba marcas que veía en sanandresitos, otro las de la mediateca digital; uno recurriendo al humor aderezado con citas a la historia del arte nativa y extranjera, otro a su especialización en industria cultural hegemónica; uno mirando hacia el neoliberalismo, otro hacia el neofeudalismo.

Desgranar Planet Sunrise 2020 implica regresar a la etapa más psicológicamente dañina de la pandemia por Coronavirus. En marzo de 2020, Ordóñez queda atrapado en Cartagena.  Para peor, se le disparó el costo de vida porque debió someterse a esa economía de mentiras que solía frecuentar poco: domicilios y plataformas digitales como único recurso. Su salud empeoró y debió acudir a terapias supletorias como la del dibujo por asociación: contemporizando a Fernando Uhía, redactó un viacrucis de símbolos: Fújur representa su estado mental de ese momento; Batman, la hipótesis de la sopa de murciélago como desencadenante de la crisis mundial. Además, está queerizado para reforzar sus vínculos con la que los puristas consideramos lo peor de la franquicia cinematográfica (célebre por sus espandex con prótesis de pezones y labios envaselinados). Al contrario, Ordóñez insiste en que la de Joel Schumacher es una película aceleracionista por que se empeña en recordarle a la audiencia más vieja sus lazos afectivos con el actor Adam West, pero termina metiéndoles una actualización fallida vía hipersexualización. Como aquellos varones que malinterpretan sus propias teorías sexuales infantiles y exageran cualquier signo de masculinidad en un intento por huir de su propia homosexualidad. Son tan pero tan machos que terminan en el otro lado del binarismo. En otra sección del dibujo, mosquitas y fragmentos de cuerpo femenino aluden al incremento de dos modos de consumo por parte del artista: pornografía gratuita de internet y Robert Crumb. Sumándolos, destaca la ambigüedad que impulsa la mirada del filadelfiano respecto de sus personajes femeninos —abundantes de carnes y sexualmente muy activos— que  terminan envueltos en tramas donde, hagan lo que hagan, subyugan a ejércitos de hombres disminuidos que, hagan lo que hagan, sólo encontrarán en la impotencia y el onanismo precaria salida a sus urgencias genitales.

De otra parte, don Aguas muestra una sonrisa accidentada más cepillo y listerine como parte de su condena a un régimen perpetuo de higiene oral a causa de la periodontitis que  le aqueja. Traducción: adicto por vía empresarial a una marca de enjuague para cuidar de su dentadura 4Eva.

La cabeza de gnomo en forma de dije de cadena hace referencia al personaje televisivo infantil inspirado en una hipótesis buenista de la relación humano-vegetales. La mentira de ese vínculo es denunciada aquí recordándonos que vivir en internet implica quemar árboles y desertizar terrenos para construir cuartos fríos para más servidores en más zonas boscosas del mundo. La del Cristo, menciona una epifanía que tuvo cuando una mascota felina estuvo a punto de morir en sus brazos.

El tapabocas y la obra de Sarmiento integran este trabajo por la fecha en que se lanzó. Pensado para el 1 de enero de 2021, Planet Sunrise 2020 estuvo acompañada con una publicación en redes que abría con «QUE AÑO TAN GONORREA ESTE 2020!», seguía con una invitación a lavarse los dientes, inyectarse y perseguir fantazías [sic] y concluía con un « ‹ ‹ Gracias a Jorge Sarmiento por esas imágenes tan severas 👁🖤 en el 2020 › › ». Es decir, nota de despedida, declaración de odio contra un año terrible pero, también, reflejo de esperanza en el porvenir a través del homenaje a un colega. Según Ordóñez, la valentía del gesto de Sarmiento (unir tres franjas de tela de color, pintar una de ellas a mano aliterando el copy de la campaña de presentación del grupo guerrillero M-19 y salir a las calles para acompañar manifestaciones contra un gobierno que en ese momento robaba al país que incendió a fondo), le sirvió de aliciente para solventar su propio encierro.

[Los hombres del viejo Pete aspiran el humo negro en la trastienda de la lavandería china y el Melancólico muere de una sobredosis de tiempo…] 

William Burroughs 

Falta mencionar una situación que cada vez imagino menos como casualidad y más como dramaturgia. Si se recuerda, Ordóñez quedó debiendo la metida de la moto en la exposición. Así, pensó un evento de cierre: el 15 de abril un señor lo recogería en El Taller a las 730 pm. Él montaría y ondeando capa dañada saldría a recorrer ciudad. Vueltas a la cuadra después bajó frente a una lavandería autoservicio, donde @_misselliot_ preparaba consola y cableado a micrófonos de soporte. Un amplificador iba al motor encendido del vehículo. AguasNegras leería sus autores de cabecera.

Según el artista, se trataba de un PERFORMANCE_MK-ULTRA-SÓNICO))) (5) que saliendo tan mal no pudo haber salido tan bien: como la calle, que en esos momentos era turistas/estudiantes/taxis/SITPs/olor de arepas/domiciliarios/pitadera, el audio era ruido puro. Arte sonoro infernal donde la mezcla de oscilaciones de pistones de moto y voz acrecentaban la sensación de pérdida de sentido. O de estado alterado de consciencia. Literal: lo que más decía la gente era «no se entiende nada». A lo que contribuían vecinos viejos y gentrificadores nuevos asomándose a sus ventanas o llamando tombos. 

De pronto, iluminado por el juego de luces del movimiento urbano, emergió de la Avenida 19 en dirección al performer un indigente elegantemente vestido de Papá Noel flaco. Llegó a ponerse al lado del artista. Sin decir nada inició un guión de miradas con un público que enloquecido no dejaba de sacarle fotos porque lo veía como, hecho religioso si los hubiera, había descendido de las obras de AguasNegras para posarse en el mundo real. Después, chao.

La acción duró un poco más, pero al terminar, piloteábamos alucinación. Hubo quienes eran risita nerviosa, otros pedían (más) trago, algunos comentaban en voz alta, cierto artista en declive (obvio bobis) resentido de saberse superado. Hubo quienes recordamos El Bodegón (6). De nuevo, nadie entendió. Era la idea.

Notas 

1.- Esta relación se explica mejor en palabras de Jacques Fradin: «así, el consumidor, la nueva figura epocal, no es nunca el opuesto ni el enemigo del trabajador (aunque la “sociedad del ocio” empieza a desbaratar el ciclo regular del capitalismo; pero el “turista” es un seguro propagandista del capitalismo). El consumidor es sólo la cara opuesta del Jano-trabajador: no hay consumo sin producción, siendo el ocio sólo un momento “liberado” del Trabajo en el que el consumo desinhibido es la recompensa que esperan los niños listos a los que se les permite ser Turistas alocados.» Véase, «Significado político de la teoría del valor», en Artillería inmanente, 28 de septiembre de 2022.

2.- Luis Eudoro Vallejo Zamudio: «la participación de la industria colombiana en el PIB tuvo su máximo valor en 1975, cuando alcanzó 23,2 %; posteriormente, en el decenio de los 80 disminuyó a 21,3 %, en promedio, pero, a partir de los noventa, se redujo notoriamente, hasta situarse en 15,1 %. Hoy [junio 2014] representa el 11,2 %, es decir, 12 puntos porcentuales por debajo del año de mayor participación.», en Apuntes del Cenes vol.33 no.57, Tunja, enero-junio 2014.

3.- Véase: Fernando Uhía, «Ready Zombie, Fernando Uhía y los noventa», Reemplaz0, 13 de nov. 2011.

4.- Gracias al denodado esfuerzo de olvido/repudio/ninguneo sistemático ejercidos por historiadores de arte nativos que han decidido no mirar —o mirar por encima del hombro— todo aquello que se saliera del canon  manado desde las galerías privadas rolas Casas Reigner-Instituto de Visión-Mor Charpentier, cuyas taras repiten así: la primera, sobreexplotando veta de dibujantes de libretica à la José Antonio Suárez; la segunda, jugando al apropiacionismo cultural en modo fantasma dentro de la colección de arte del Banco de la República; la tercera, haciendo lo único que sabe hacer: vender en instituciones. De las tres, sólo la última superará esta década. Lo jarto es que allá no lo saben y no lo han entendido. Por eso descuidan la investigación, hasta terminar repitiendo lo que mató a la primera y devastó a la segunda: improvisación exhibitiva sostenida en amigui con posición «directiva» en organigrama. O sea, para algo son los amigos, pero no para eso siempre.

5.- No olvidar: MkUltra fue un proyecto financiado con impuestos gringos que fluyeron a través de la C.I.A., permaneció activo entre 1953 y 1973 y continuó los ensayos del campo de concentración nazi de Auschwitz experimentando con drogas alucinógenas para medir la resistencia a la tortura psicológica del humano promedio. La disculpa (como con los paracos colombianos) era: el Estado destruye la vida de quien sea porque el-comunismo-bla-bla-bla.

6.- Importante experimento de arte contemporáneo rolo que quiso emular sin $ a La Panadería de Ciudad de México, orogramó cuidadosas exposiciones y eventos hasta que fracasó por éxito —y por Víctor Albarracín (quien en su afán de volverlo franquicia raponeó el derecho a hablar de él a todo aquel que quisiera historizarlo. La censura perdura hasta nuestros días).

 

Alfonso Ordóñez Nieto

Somátika (curaduría: Santiago Rueda)

El Taller

17 de marzo – 15 de abril

Bogotá 

Guillermo Vanegas
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