La travesía por las instituciones – Colectivo XXY*

 

*Alejandra Góngora, Valentina Cantor, Yessica Vasquez

 

Como estudiantes de artes oímos infinidad de veces historias enrevesadas sobre gestiones de eventos con galerías, museógrafos y galeristas, historias en las que el artista en búsqueda de participar de una exposición o evento termina aceptando malos tratos y estafas.

A pesar de la formación académica en gestión cultural que recibimos desde el pregrado y los chismes de pasillo, nunca se sabe qué hacer ni qué sentir hasta que pasa.

Ante las quejas nunca falta el comentario agrio de «ustedes son muy jóvenes, no entienden cómo funciona» o «mejor acostúmbrese a la burocracia en estos procesos», pero es mucho más complejo, porque la opción de desacostumbrarse de algo tan inmenso como –la burocracia– nunca existió ni existirá. Es algo que nos encuentra a todos, sin importar que tramite sea, eso ya lo sabemos e interiorizamos hace tiempo. En muchos casos les artistes emergentes sí siguen ciegamente paso por paso las instrucciones para participar, obtener los fondos y premios que las instituciones prometen, lo hacemos pacientemente aunque puteando entre dientes, pero confiando en que «el proceso de espera es así» y no hay que mostrarse impacientes, preguntones o impertinentes ante los gestores y figuras de poder económico y académico, aun cuando los que están «a cargo» no cumplen con su palabra en muchos casos.

¿Saben cuál es el problema? que, aun así, jugando el juego, perdemos. Nos hacen sentir que así obtengamos ese reconocimiento ansiado, al final esas dinámicas agrestes en las que se sustentan las grandes y serias instituciones del arte, pasan por encima del artista joven de muchas formas, nos muelen las ganas de responderles, de criticar o de incluso seguir jugando con sus normas, estándares y tiempos.

Esta es la historia de «artista por un sueño» , las falsas promesas institucionales, las problemáticas que conlleva la migración y de hacer arte en nombre de ese fenómeno.

Primer ejemplo «les tengo una mala noticia, que la universidad no puede enviar las cartas, que no, eso me avisó el director cultural, que no toman la responsabilidad porque ellos son la sede. No se puede nada, solo prestan el lugar para exponer, no se puede nada. Yo creo que, sí pueden viajar sin eso, por ejemplo, todos van de vacaciones a otros países, yo creo que si pueden salir sin cartas»

Esta fue la respuesta que nos dio Sofía Kyriakaki artista, gestora e intermediaria de Dys-placement exposición colectiva a partir de la iniciativa de intercambio artístico EncontrArte, es griega residente en México San Luis Potosí, ignoramos los demás miembros de ese equipo, con ella nos estuvimos comunicando desde junio del 2023 por WhatsApp hasta Noviembre del 2023.

La conocimos presencialmente en diciembre del 2022 en el marco de la misma exposición que se realizó en Bogotá. Desde ese momento nos invitaron a exponer en México, Grecia y Chipree, con la promesa de estadía, exposición en los lugares y un ambiente seguro laboral.

Ante nuestra solicitud de recibir las cartas de invitación para no tener inconvenientes en migración México, le explicamos que por viajar desde Colombia nosotras debemos llenar una forma migratoria múltiple (FMM) y un pre-registro virtual, en efecto, era necesario para viajar. Si ellos no «toman la responsabilidad» de la invitación, entonces ¿Quién lo hace?. Las condiciones y requerimientos solo se hicieron cumplir para nosotras cuando nos cobraron por sacar el paquete de nuestra obra y aun así tardó para llegar a San Luis más de 4 meses en aduana colombiana, sin darnos ninguna explicación formal del porqué.

Teníamos claro que no había un culpable en esta situación puntual con la aduana, pero tampoco había claridad ni información de quien realizó el trámite de paquetes y a quién se le dio el dinero en los plazos que se pidieron.

Una semana antes de viajar a San Luis Potosí, con todo medianamente aclarado y el paquete ya en manos de su equipo, Sofía nos envía otra nota de voz diciendo que la universidad autónoma de San Luis entra en paro y que entonces cambiemos la fecha de vuelo, eso con nuestro presupuesto dispuesto para el viaje no era posible, además que ya se había cambiado la fecha dos veces de la exposición.

Para ese momento nosotras, XXY, ya estábamos molestas porque en ningún momento tomaron en consideración el esfuerzo que habíamos realizado para poder tener el dinero suficiente y por sus descuidos en general, la desinformación y la poca comunicación.

Decidimos salirnos de la exposición y esta fue su respuesta al pedirle que nos enviara el paquete a CDMX en las fechas que estaríamos:

«Que lastima, entonces salen de la exposición si me piden el paquete, ustedes deben pagar el envió de san Luis a cdmx, como quieran, no puedo enviarles las cartas que me piden porque no van a estar en la exposición»

Cartas que de todas formas no iba a enviar.

«si, les enviaremos los paquetes no sé cuándo, pero un día en noviembre»

Nosotras estaríamos en CDMX solamente 15 días del 4 al 19 autogestionadas, buscando otro sitio en donde exponer y hacer los talleres en esas fechas, por eso su respuesta “en un día de noviembre lo enviaba” nos causó molestia y más incertidumbre.

En efecto estuvimos intentando gestionar eel envió del paquete del 10 al 16 de noviembre, resolviendo qué haríamos si no recuperábamos la obra a tiempo para hacer nuestro performance en otro lugar de CDMX.

Segundo ejemplo «podrían haber tenido el paquete ayer, eran 300 pesos por cada una, no era nada»

La ironía es que ese circuito expositivo tenía como tema la migración y otros conceptos poéticos alrededor de las complicaciones de la periferia, pero aun con eso, esa es la respuesta que nos da. No se trata del monto de los 300 pesos mexicanos, es una incoherencia su actitud poco empática como gestora.

Fue aparatoso y desgastante tener nuestra obra de vuelta.

Los gestores, curadores u organizadores de espacios artísticos, suelen ser poco comprensivos con las situaciones del artista que invitan, volviendo este lugar hostil y marcado solo por el bienestar económico de unos pocos, el arte se vuelve desalmado y los discursos faltantes de coherencia con lo que quieren exponer.

La situación se convirtió en mensajes interminables con una persona que no estaba dispuesta a ceder un poco de su tiempo para poder realizar este proceso de manera más fácil.

«entonces voy allá a ver cuánto cuesta, quiero que me pongan el dinero y se los mando y termina la historia, por favor, por amor a dios»

Logramos recuperar nuestra obra dos días antes de devolvernos a Colombia (no gracias a Sofía, pues alguien terminó recogiendo el paquete en la puerta de su casa) y por supuesto antes de bloquear su número de WhatsApp le expusimos todo nuestro descontento para que cayera en cuenta su posición sobre la de nosotras y que si ella trabaja en una exposición de migración en colaboración con artistas latinoamericanos lo mínimo es que comprenda ciertas limitaciones con las que jugamos el juego, entendemos que no todo fuera su responsabilidad en esta historia y que si hizo lo que pudo al ser ella una víctima de la burocracia más.

Le enviamos un mensaje al final de toda la travesía, con nuestras inconformidades y comentándole como consejo, que tuviera en cuenta sus privilegios por su lugar de nacimiento y su estado económico.

Respondió diciendo que ella no controlaba todo, solo algunas cositas, se disculpó por ciertos comentarios, pero nos dijo que estaba muy ofendida porque ella no se sentía europea, ni mucho menos privilegiada por haber nacido en ese contexto , además de que tenía un hijo mexicano y eso la hacía sentir Mexicana.

Y con esta perla terminamos

«ustedes si podían cambiar los boletos de vuelo, pero no lo aceptaron, como que hicieron berrinchito».

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