Germán Rubiano: La apreciación equilibrada de nuestros valores plásticos


Germán Rubiano fue uno de los principales historiadores del arte formados en los años 60 en Colombia. A diferencia de contemporáneos suyos egresados de la Universidad Nacional como Alfredo Molano, Germán Colmenares, Jorge Orlando Melo o Jesús Bejarano, Rubiano no se dedicó a estudiar los problemas sociales en Colombia, prefirió un minúsculo campo de estudio que promovían profesores como Eugenio Barney Cabrera y Antonio Bergman. Después de graduarse de la UN y tras una breve estancia en Inglaterra volvió a la Nacional donde llegó a ser director de su naciente Museo de arte, cargo que ocupó por más de un lustro —1970-1976—, logrando establecerle como una de las salas más importantes de la ciudad. Allí realizó exposiciones de artistas internacionales, como Road show, dedicada al arte conceptual inglés,  con obras de Richard Long, Ivor Abrams y Keith Arnatt entre otros. Como afirma la investigadora Carolina Chacón «quizá [se trató de] la primera muestra de arte conceptual internacional que venía a Colombia.»

El Museo se fortaleció y se convirtió en punto de referencia en la ciudad con exposiciones como Esculturas de Carlos Rojas, Muebles Recientes de Beatriz González, Dibujantes y Grabadores Colombianos y Academia y Figuración realista.

Rubiano promovió varias exposiciones de fotografía, que ninguna institución en Bogotá —con excepción del Centro Colomboamericano— realizaba. En concreto, las muestras individuales de Hernán Díaz, Jaime Ardila-Camilo Lleras y Claudio Perna, y de artistas inusuales como Gustavo Sorzano. Realizó muestras de maestros de la Escuela de Artes como Taller de Grabado y Taller de Pintura, y de estudiantes de la carrera —Homenaje a Turner, de Antonio Barrera, y una exposición de paisajes de Edgar Silva.

Adicionalmente, Rubiano ayudó a consolidar una importante colección de más de 222 obras a través de donaciones y dignificó la siempre olvidada colección Pizano, consistente en más de 60 esculturas en yeso y más de 1000 grabados de interpretación, colecciones que valga la pena decirlo, están hoy totalmente invisibilizadas. En algunas muestras Rubiano exhibió simultáneamente las esculturas de dicha colección junto a las obras de arte moderno, obtenidas mediante donaciones. De esta manera proyectó estas obras en muestras novedosas y bien logradas, algo que imitaría José Hernán Aguilar cuando dirigió el museo a inicios de la década de 1990, con igual éxito, en la memorable exposición Melancolía, conjugando las esculturas clásicas con obras recientes de artistas invitados.

No sobra señalar, que Aguilar, al igual que Rubiano, alcanzó lo mejor de su producción intelectual durante el tiempo que dirigió el museo, estimulando decididamente lo que sucedía al interior de la Universidad.

 

En suma, el aporte de Rubiano a la Universidad Universidad Nacional —nos dedicaremos más adelante a su tarea docente— y a su patrimonio cultural fue enorme, y sorprende —quizá no tanto, a decir verdad— que su deceso haya pasado casi inadvertido por parte de la U.N., y que su alma Mater no le haya realizado ningún acto de reconocimiento.

En 1974-5 Rubiano fue invitado por la editorial española Salvat a escribir el capítulo sobre arte del siglo XX en Colombia de la Enciclopedia Historia del Arte Colombiano. Tuvo la sabiduría y el rigor de escribir para el volumen quinto de esta enciclopedia una muy completa historia del arte local. Reconoció la importancia de escultores como Rómulo Rozo, Ramón Barba y Josefina Albarracín y los artistas demás rechazados por Marta Traba, señaló el inicio de la abstracción en Colombia, destacó el lugar de las artistas mujeres surgidas a inicios y mediados del siglo XX, dió lugar a la producción de textiles, cerámicas y artes gráficas, consideradas artes menores, reconoció a los artistas populares y naif y a los surgidos y consagrados en los años sesenta, como Grau y Obregón. Escribió extensamente sobre Negret y Ramírez Villamizar, a quienes dedicó en esta publicación y posteriormente en otras sus más elaborados textos. Reconoció a los artistas protagónicos de la década de 1970, varios de ellos docentes en la misma universidad —Santiago Cardenas, Augusto Rendón, Umberto Giangrandi, Carlos Granada, Nirma Zárate— y destacó el papel de los artistas más jóvenes que ahí se formaban, como el ya mencionado Barrera, Mariana Varela y Miguel Ángel Rojas.

 

En su obra general, Rubiano fue un historiador objetivo, un crítico formalista, descriptivo, que evitaba imponer puntos de vista subjetivos. Como bien describe Juan Pablo García Rodríguez en su texto Germán Rubiano y la historia del arte moderno en Colombia, para Salvat el historiador se separó de Marta Traba y su idea del tiempo redondo del arte colombiano, le dió calado y profundidad a la interpretación histórica de lo sucedido acá, señalando que: «los creadores de importancia en el país han asimilado lo mejor del arte contemporáneo, europeo o norteamericano.» Es decir, nos sacó de la interpretación cataclísmica y la condena histórica del subdesarrollo y elevó y dignificó no solo al arte sino a las disciplinas que lo estudian.

Para lograr la «apreciación equilibrada de nuestros valores plásticos», que era su propósito en esa publicación, se valió de interesantes categorías facilitando al público general la compresión del arte en ese momento. Por ejemplo, para tratar la diversidad de la producción de los años 70 utilizó una categoría formal, la figuración, y la separó en tradicionalista, política y «la más reciente», y designó lo abstracto como no figurativo. Este esquema le permitió tratar con claridad tendencias y posiciones.

Para hacer entender la complejidad de los cada vez más intrincados lenguajes artísticos y su relación con la cultura visual, decidió usar las categorías arte experimental, arte popular y arte primitivo, dándole un lugar importante a este último en su recuento para Salvat.

En suma, para una publicación que por décadas constituyó una de las pocas fuentes para conocer de manera práctica la historia del arte colombiano, Rubiano redactó una guía fundamental que sigue siendo una muy consistente y completa fuente de investigación.

Durante dos décadas, desde 1976 hasta mediados de los años 90, escribió en la revista Arte en Colombia —hoy Art Nexus—, siendo a la vez miembro del concejo editorial de esta longeva publicación. Para su directora, Celia Sredni de Birbragher, «su participación y su mirada moldearon la revista y su contenido». Con motivo de la reciente partida de Rubiano, Alvaro Medina escribió para El Tiempo un breve recuento de la conformación del concejo editorial de esa revista. (1)

En sus artículos para Arte en Colombia puede trazarse —en un arco temporal amplio—, el buen criterio de Rubiano en los artistas que escogió, quienes han recibido un reconocimiento creciente desde entonces, como Jim Amaral, Luis Caballero, los ya mencionados Miguel Ángel Rojas, Antonio Barrera y Mariana Varela, ésta última que acaba de concluir en el pasado mes de diciembre su magnífica exposición antológica Mi segunda piel, en uno de los museos que mejor ha desarrollado su trabajo en los últimos años, el MAT de Ibagué.(2)

En la década de los 80 Rubiano se convirtió en uno de los críticos de arte de mayor peso, fue jurado de diferentes eventos incluyendo el Salón Nacional de Artistas y escribió interesantes artículos sobre ese evento. Publicó sus libros Escultura colombiana del siglo XX (1983) y La escultura en América Latina (1985). En esa misma década, cuando se encontraban activos casi todos los críticos de arte de la segunda parte del siglo – Gil Tovar, Barney Cabrera, Marta Traba, Eduardo Serrano, Alberto Sierra, Eduardo Marceles Daconte, Galaor Carbonell, Miguel González, Luis Fernando Valencia, José Hernán Aguilar, Carolina Ponce de León, Ana María Escallón, Natalia Gutiérrez, Marta Rodriguez—, Rubiano cayó en los enfrentamientos del medio local, a los que Carolina Ponce de León llamó «la guerra fría de la crítica» y dedicó duros ataques al Museo de Arte Moderno de Bogotá y a las exposiciones que Eduardo Serrano realizaba allí.

Mencioné anteriormente que Rubiano dedicó a la Universidad Nacional la mayor parte de su vida, y sin duda fue fundamental para quienes fuimos alumnos suyos. Contribuyó a la creación del Instituto de Investigaciones Estéticas (IIE) en la Facultad de Artes, el cual dirigió y donde sin duda se encontraban los más serios historiadores del arte en Colombia de fines del Siglo XX. Como conferencista y profesor, a Rubiano le gustaba exhibir su erudición, era exigente y perfeccionista, y en el ambiente contestatario e irreverente de aquellos años, podía ser algunas veces irónico y mordaz. En sus cursos demostraba apasionadamente su amor por el dibujo y los artistas del Renacimiento —especialmente Rafael—, y generosamente compartió su amplio conocimiento del arte latinoamericano del siglo XX.

En 1997 publicó uno de sus últimos libros, El dibujo en Colombia. Posterior a su retiro de la universidad en el cambio de milenio se dedicó a impartir clases privadas y abandonó progresivamente su tarea como crítico e historiador. Aparte del reconocimiento en vida que le hiciera Nicolás Consuegra entrevistándole para su relevante proyecto realizado en NC-arte El espacio del lugar. El lugar del espacio (3), de la investigación de Carolina Chacón «Museo de arte de la Universidad Nacional: Orígenes y transiciones» (4) y del ya mencionado trabajo de García Rodríguez (5) es muy poco lo que se ha estudiado y reconocido de la producción de este historiador que surgió y se estableció como autoridad en un país donde era prácticamente imposible educarse como historiador del arte.

Recomendaría a quien no le conoce, leer su ya mencionada historia del arte en Salvat, se podrá llevar algunas sorpresas al encontrar obras icónicas allí y que coinciden, pues anteceden directamente a exposiciones actuales como «Sembrar la duda», del Banco de la República, donde es perceptible su huella. Igualmente interesantes sus artículos en Arte en Colombia, en los que puede encontrarse una interpretación vigente, actual y ejemplar del arte colombiano de la segunda mitad del Siglo XX. Esperamos que su vida, obra y su aporte material a la U.N. y al arte colombiano sean alguna vez -ojalá pronto-, reconocidos.

Notas
1.- Véase: https://www.eltiempo.com/cultura/arte-y-teatro/murio-el-historiador-de-arte-colombiano-german-rubiano-caballero-833624

2.- Véase: https://www.instagram.com/p/CzJ27LuvnHZ/?img_index=1 . Recomiendo la entrevista con Varela en el programa de radio Abstracto: https://www.youtube.com/watch?v=qRqyF0WYDfI

3.- Véase: https://vimeo.com/232123153

4.- Véase: https://revistas.udistrital.edu.co/index.php/c14/article/view/1245

5.- Véase: https://repositorio.uniandes.edu.co/entities/publication/1dae3994-7457-4bfa-98ef-75285003fb59

Santiago Rueda
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