“Cómo sonaba el grito que se ahogó en su garganta”*

Hoy tuve que guardar un grito. Después de guardarlo estuve reflexionando sobre el por qué ese grito un día tuvo cabida en el silencio de su época. Hoy ese ya no es nuestro grito, está más bien próximo a ser el nuevo silencio. Hoy este antes-estruendo se esconde en tubos de 37 mililitros de color procesado, que a su vez se esconden en un cajón más, en un mueble más, en una habitación más, de un apartamento más, de un barrio más.

Así es como continúo mi acto “auto-etnográfico”, en donde me valgo de las herramientas textuales para identificar un conflicto. Es de mi total agrado y propósito ir por mi vida enunciando conflictos, ya que considero que esta es la herramienta más eficiente para promover el pensamiento crítico y el avance generacional en determinado aspecto, estamento o territorio. A riesgo de caer en la pretenciosidad de todo lo escrito, digo: un conflicto es la puerta que da paso a una nueva perspectiva y una nueva equivocación.

No es posible enunciar un conflicto sin al menos posicionar dos partes, por lo cual la pugna que me interesa en estos días tiene como protagonistas a La Pintura y a la pintura, y su ingeniosa articulación a las demandas visuales del Paro Nacional. Es aquí donde surge mi primer cuestionamiento: ¿por qué la universidad y su academia de artes insisten en educarme(nos) para un mundo que ya no existe?

En las calles del Paro Nacional veo cómo la pintura mural, social y de espacio público es la que día a día representa y enaltece la dignidad de una colectividad que con sus acciones ha conseguido la trascendencia de esta generación, logrando profundos cambios culturales que NO se contemplarían ni de lejos en La Pintura de caballete, la cual sigue pretendiendo comercializar objetos colgables ajenos a nuestra crítica situación social. Desafortunadamente, este último tipo de pintura ha sido el único que por más de cuatro años de carrera universitaria he aprendido -o intentado aprender.

Es así como prescindo de hallar lo inexistente y archivo lo impertinente. La enseñanza técnica pictórica en la Facultad de Artes ASAB, es al contexto social-político de mi época lo que el gobierno de Iván Duque es a la protección de los Derechos Humanos en Colombia. Decir insuficiente es insuficiente.

Encuentro incluso redundante el ahondar aquí sobre porqué La Pintura que viene con el syllabus es más que inútil, prefiero abrir mi correo institucional y replicar con suficientes argumentos al docente que esta semana pretende ver terminadas tres copias impresionistas, para que el registro calificado de mi proyecto curricular pueda comprobar que me he formado exitosamente como “artista”.

 

* Texto presentado en el AULA ABIERTA-ASAB, Teoría e Historia del Arte VI (APV), en el encuentro «De lo académico y de la calle».

Johann Norato
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