Censura en El Espectador: sale «La Candidata»

Capítulo 41: «Se esquiva una bala, pero se inicia una guerra»

ADVERTENCIA: ESTO ES FICCIÓN

Aquí se recrea la actualidad de Colombia con situaciones imaginadas, diálogos inventados y personajes ficticios. Así como algunas películas advierten que su trama está «basada en hechos reales», esta es una novela basada en hechos actuales. En otras palabras: no se confunda. «La candidata presidencial» es una caricatura de la realidad, una parodia, un ejercicio de imaginación del autor. Esta es una novela de ficción coyuntural.

Miércoles 9 de agosto de 2023

Lorena Agudelo, la exsecretaria privada de la Candidata, llegó a la recepción del edificio del Banco de Occidente, en el Centro Internacional de Bogotá.

—Tengo cita con Luis Carlos Sarmiento Angulo —dijo mientras entregaba su cédula.

Estaba muy nerviosa. Hizo ejercicios de respiración para regular sus pulsaciones mientras subía en el ascensor hasta el piso 27. Allí, a pie, la condujeron por una escalera al piso 28. Cruzó la puerta automática de vidrio y quedó de frente al gran vestíbulo que permitía divisar la oficina del patriarca —a la izquierda— y de su único hijo varón —a la derecha—.

—Doctora Lorena, ¿cómo le va? —saludó Beatriz, la secretaria del hombre más rico de Colombia—. Siga, que ya van a empezar.

La mujer entró en el despacho de la izquierda y de inmediato percibió en el ambiente la solemnidad de un funeral. Luis Carlos padre, que acababa de ocupar la cabecera de la mesa de reuniones, fue el único en saludarla.

—Quiubo, mijita. Siéntese.

Durante 23 minutos, Lorena se dedicó a escuchar con atención extrema, como el jugador de póker que estudia a sus oponentes en las primeras manos. Oyó a Luis Carlos padre quejarse, con autocompasión y sin autocrítica, de haber hecho negocios con Odebrecht: «Yo que había decidido NUNCA asociarme con nadie y mire lo que me pasa», dijo mirando a su hijo con un aire de reproche. Júnior, que llevaba más de 20 años siendo presidente del Grupo Aval, todavía resentía cada vez que su padre lo culpaba por los errores del conglomerado, aunque en los medios el viejo se siguiera llevando los aplausos por los buenos resultados. Con la expresión fría de siempre, que lo ayudaba a sobrellevar las invalidaciones de su padre, Luis Carlos hijo contó cómo Estados Unidos haría público el acuerdo al que habían llegado: «Lo que nos dijeron es que mañana, hacia las 4 de la tarde de Colombia, la SEC y el DOJ expiden dos comunicados por separado. María Lorena Gutiérrez, presidenta de Corficolombiana, compartió algunas ideas sobre el manejo que se le debía dar al tema: «El compromiso es que ningún medio puede dar a conocer la información antes que la SEC y el DOJ, pero sí podemos contarle a Mompotes, para que en “El Tiempo” estén preparados y así le damos algo de control a la narrativa», comentó mirando a Lorena Agudelo, como si fuera una orden. La joven asesora de manejo de crisis se quedó viendo a la presidenta de Corficolombiana sin asentir ni tomar nota, como indicándole que de ella no recibía instrucciones. Aun así, admiraba la actitud alfa de María Lorena, en particular, ese tono persuasivo con el que conseguía mandar sin tener que levantar la voz.

Para Lorena Agudelo, el único que disonaba en la conversación era Néstor Humberto Martínez, asesor jurídico de la familia Sarmiento. Encontró en él a un replicador de lugares comunes y a un frívolo animador de la situación, dedicado a validar los apuntes de los demás, pero sin aportar una sola idea propia.

—Eso es súper estratégico […] Uy, sí, clave esa vaina […] Sin duda, hay que tener un plan ahí […] Me parece importantísimo […] Es que esa gente es así, ala […] Ojo, ojo, porque ese pisco es jodido.

Lorena recordó que la Candidata se refería a él como un «tinterillo glorificado», extremadamente insustancial en sus conversaciones y, a la vez, extremadamente hábil para darse apariencia de listo. Aquel hombre dedicó algunos minutos a argumentar que el acuerdo con Estados Unidos era una victoria para Aval, aunque lo que estaba haciendo, en realidad, era defender su gestión al respecto.

—Esto es, sin lugar a dudas, una buena noticia para ustedes, como familia y como grupo empresarial —dijo el exfiscal General—. Dadas las circunstancias y llegados a este punto, el acuerdo alcanzado es el mejor escenario posible de todos los que contemplamos. Ténganlo por seguro: esquivamos una bala.

—A mí, en cambio, me parece una equivocación que nos demos golpecitos en la espalda —desafió Lorena de repente, sorprendiendo a los demás y sintiendo que era el momento de jugar las cartas que había venido a mostrar—. La información que hay en ese acuerdo los deja expuestos a todos ustedes ante las autoridades colombianas, le da munición a Gustavo Petro para que siga satanizando al grupo y de paso les crea nuevos enemigos. A José Elías Melo no le va a gustar nada que le echen toda la culpa de lo que pasó y esto lo va a animar a hablar de cosas que no nos convienen. Esquivaron la bala de Estados Unidos, sí…, pero el arreglo que hicieron va a desatar una guerra en Colombia y la familia Sarmiento va a quedar en la mira de muchos francotiradores.

 

Néstor Humberto quiso revirar, ofendido en su orgullo por la insolencia de Lorena, por haberse atrevido a sugerir que él se equivocaba:

—No, niña, eso no es así. Empezando porque José Elías Melo es un condenado por la justicia. Qué credibilidad puede tener…

—Espere, Néstor Humberto —lo desautorizó Sarmiento padre—. Lorena está aquí por invitación mía y me interesa escucharla. Es pupila de una mujer a la que respeto mucho…

Con un ademán, y ante la extrañeza de Néstor Humberto y María Lorena, el viejo le indicó a Lorena Agudelo que retomara su exposición.

—Primero, le agradezco que no me diga «niña» —le advirtió ella al tinterillo, con firmeza, pero sin quedarse en esa discusión—. Segundo, José Elías Melo, a quien ahora estamos acusando de ser el único corrupto en todo el Grupo Aval, es el mismo que fue defendido por María Lorena, aquí presente, cuando cometió la imprudencia de decir: «Para nosotros, José Elías es inocente».

La presidenta de Corficolombiana arqueó las cejas y abrió la boca, estupefacta por el sablazo. Buscó apoyo en los ojos de los Sarmiento, pero no encontró respaldo en ninguno. Lorena Agudelo siguió:

—Como mínimo tendremos que explicar por qué ustedes, que antes consideraban a Melo una víctima, ahora están todos convencidos de que es un bandido. Pero eso no es lo peor. Lo grave es que, ahora que lo botamos a los leones, ese señor puede hablar de lo que sea y contra quien sea, porque definitivamente se quedó sin nada que perder. Acuérdense de mí: luego de que se conozcan los detalles de este arreglo con Estados Unidos, Melo va a aparecer en una portada de domingo escupiendo veneno. Subestimar lo que él puede contar es un error del tamaño de… ¿Cómo es que le gusta decir a usted, Néstor Humberto?… Ah, sí, es un error «del tamaño de una catedral», a menos que ustedes tengan certeza, al 200 por ciento, de que están blindados frente a cualquier cosa en la que él los pueda incriminar.

Los Sarmiento cruzaron miradas con Néstor Humberto y luego se miraron entre sí, padre e hijo.

—Y tercero… —continuó Lorena—, Melo no es al único que ustedes van a graduar de enemigo. Juan Manuel Santos no se va a quedar quieto mientras la familia Sarmiento dice que a un funcionario de su Gobierno le pagaron un soborno de 3,4 millones de dólares y que a su campaña entró plata de Odebrecht. Ser dueños de un periódico no va a ser suficiente para «controlar la narrativa» —enfatizó con desdén, emulando unas comillas con sus dedos, en alusión a lo dicho por María Lorena—. Va a ser mucho más complejo que eso. A partir de mañana, 70 periodistas van a esculcar por cielo y tierra quién es el «Colombian Official» número 3, como si esto fuera una carrera de observación. Y les anticipo desde ya que lo van a encontrar. ¿Estamos seguros de que esa persona no va a hablar en contra de ninguno de ustedes?… Ojo, porque el privilegio de tener fiscal amigo se nos acaba en seis meses. Las cosas van a ser a otro precio cuando Barbosa se vaya.

María Lorena, que había recibido de mala gana los sablazos de aquella joven, la retó:

—Bueno…, ya que tiene tan claro todo lo que hemos hecho mal, me imagino que vino con alguna propuesta, para que empecemos a hacerlo todo bien.

—De hecho, tengo dos propuestas… Una de ellas es de largo aliento, pensando en lo único que le puede hacer sombra a este escándalo… —Lorena Agudelo hizo una pausa, para asegurarse de que los Sarmiento la oyeran expectantes—. Hay que poner a hablar a este país de la destitución del presidente, por incapacidad física, por abandono del cargo y hasta por entrada de dineros ilícitos a su campaña. Ya está andando la idea de un juicio político. Pues hay que alimentar esa idea y que, por lo menos, Petro se gaste estos tres años dando explicaciones y quede con su gobernabilidad reducida a la más mínima expresión. Para eso nos toca prender la máquina y no solo la de «El Tiempo». Es necesario sumar aliados. Todos son bienvenidos. Ya estallamos esta guerra. El camino que nos queda es combatirla.

 

María Lorena y Néstor Humberto se morían por controvertir, despedazar y humillar a Lorena Agudelo, pero tuvieron que morderse la lengua. El viejo Luis Carlos la había empoderado y esperaban que fuera él quien reaccionara.

—¿Cuál es la otra propuesta? —preguntó el patriarca—. Usted dijo que eran dos.

Lorena asintió y respondió:

—La otra propuesta tiene que ver con el manejo inmediato que debemos darle al acuerdo que se va a hacer público mañana. Lo obvio es que «El Tiempo» hable del tema como nosotros queremos, pero lo que debemos hacer es que otro medio, que no sea de ustedes, haga eso mismo y legitime el mensaje que queremos enviar.

—Supongo que usted ya tiene a alguien en mente para apoyarnos en eso —consultó el viejo.

—Sí, señor. Tengo a alguien en mente… He pensado en un periodista que, además de haber sido colaborador de esta casa, dirige un espacio muy bien financiado por el Grupo Aval. Dígame si esa no es una muy buena razón para que Gustavo Gómez nos escuche y se anime a contar la misma historia que nosotros queremos contar.

 

***

Miércoles 23 de agosto de 2023

El bar del Club el Country, de estilo inglés y ambientado con decoración de golf, albergaba más de medio centenar de exfuncionarios de Juan Manuel Santos. Todos chacoteaban con la tranquilidad de ya no estar en la azarosa tempestad del Gobierno y con el morbo que produce ver los escándalos desde la barrera.

—¿Acaso eres tú el «Colombian Official» número 3? —le preguntó la Candidata a Juan Mesa, saludándolo de abrazo.

El exconsejero de Comunicaciones, exsecretario General de la Presidencia y exembajador en Italia de Santos le siguió el juego.

—¡Jah!… Jueputa… Si soy yo, no me han consignado —bromeó él con su tos crónica, producto del reflujo de toda la vida que le causaba carraspera en la garganta—. ¿Y tú qué haces acá? Esta es una reunión de funcionarios de Santos.

—Es verdad que yo no trabajé en el Gobierno con ustedes, oficialmente…, pero sabes que Juan Manuel y yo sí trabajamos, paralelamente, en otros frentes —respondió la Candidata mirando a Santos a lo lejos.

—¿Y cómo vas? ¿Qué se dice en la Presidencia de Gustavo Petro?

—Pues qué se va a decir… que andamos de pelea con todo el mundo… Ya al menos logré que Petro se diera la mano con los Santo Domingo.

—¿Ah, sí?… Cuenta. ¿Qué pasó? —tosió Mesa.

—Pues, para resumirte…, el presidente estaba emputadísimo porque, cuando estalló lo del acuerdo entre el Grupo Aval y Estados Unidos, ningún medio de los grandes hizo un informe de domingo sobre el tema.

La Candidata continuó su relato, cuidándose de bajar la voz.

—Petro me dijo: «Ahí están pintados los medios y sus dueños. El mayor acto de corrupción en la historia de este país y todos cubriéndose la espalda». Y para colmo, en la noche del mismo domingo, salen en Noticias Caracol con el informe ese que lo termina de recontraemputar, uno en el que sugieren que un narco financió su campaña en Yopal. ¿Lo viste?

—Sí, lo vi.

—Bueno, pues Petro, que estaba iracundo, anunció acciones legales y a mí me tocó maniobrar la cosa. Le dije: «Presidente. Ya estamos peleando con los Sarmiento y los Gilinski. Si nos vamos a agarrar con el noticiero de los Santo Domingo, al menos preguntémosles de frente a qué están jugando». Por eso es que él puso el otro tuit, que yo ayudé a redactar, en el que acusa al noticiero de querer tapar el escándalo del Grupo Aval. Pues te cuento que funcionó.

—Sí, sí —carraspeó Mesa de nuevo—. Vi que luego le dieron como 20 minutos de réplica a un vocero de Petro.

—Pero yo no me refiero a eso —aclaró la Candidata—. Me refiero a algo mucho más importante: ahora todos los medios de los Santo Domingo están haciendo muy juiciosos la tarea de informar sobre el escándalo de los Sarmiento.

—Ah, de eso no había caído en cuenta.

—Cómo no… Pásate por Caracol Televisión, por Blu y «El Espectador». Nunca había visto tanta independencia periodística en un grupo económico, cubriendo como debe ser el lío en el que está metido otro grupo económico. Sí que dan ganas de leer y de escuchar noticias de ellos por estos días.

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Siga a la Candidata en Twitter: @LaCandidata

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