Es difícil comenzar a escribir la parte 2 de este artículo que revisa la relación institucional de Bogotá con la cultura en época de cambio de gobierno. Y no es difícil porque no exista tela qué cortar; al contrario, es difícil porque no me di cuenta en qué momento pasé de leer el informe de rendición de cuentas de la SCRD a leer las propuestas de gobierno de Galán. El parecido es tal que el meme de los tres Spiderman se quedaría corto.
El documento citado es el PDF del programa de gobierno de Carlos Fernando Galán, quien el 1 de enero nos cortará la festividad con el inicio de la parte que configura una trilogía administrativa, basada en la adquisición de buses, la financiación de Transmilenio S.A. y —para el pesar de nuestro sector— la consolidación de Bogotá como la capital mundial del graffiti (ahora sí, definitivamente, este sí, no borrar, final.doc).
Digo trilogía administrativa por obvias razones, ya que al leer este documento me pellizco para cerciorarme de si escogieron a Galán o a Peñalosa de nuevo, lo que a la larga es un pellizco desperdiciado. A continuación describiré lo que me pareció más llamativo del numeral 5.3 del programa, titulado Cultura para la gente.
Nota de spoiler: este programa de gobierno fue redactado desde un bosque en los cerros orientales.
Parte 2: embellecimiento y revitalización.
Comenzando de la forma más criticona posible, es necesario decir que el documento tiene ochenta y siete páginas, de las cuales dos y media están «dedicadas» a la cultura y el arte; aunque tal vez hayan sido más, porque para los programas de gobierno y los gobernantes, basta con poner las palabras «cultura de» como prefijo para cualquier cosa y ya se estaría haciendo una contribución a las artes. «Cultura de apropiación del espacio público», «cultura de transformación», «cultura de tolerancia», «cultura de…»
El que más me genera fastidio y atracción es el de «cultura ciudadana». No sé qué es cultura ciudadana, pero me huele a que utilizan este término como pretexto para la articulación del arte y la cultura cuando no se tiene ni idea de lo que se está hablando. Es como el comodín que justifica no presentar propuestas serias que fortalezcan el sector cultural y reivindiquen sus contribuciones reales a la sociedad.
En este programa de gobierno no se habla de, por ejemplo, arte y memoria ó cultura e incidencia política, ni mucho menos. Durante las dos páginas y media la cultura se menciona como herramienta al servicio de la convivencia y la moral. Creo que la última vez que me hablaron de cultura ciudadana fue cuando alguien me reclamó por colarme en transmilenio.
Ahora bien, yendo más en profundidad sobre mi molestia, hablaré sobre cada uno de los ítems que componen las dos páginas y media. Lo mencionado comienza a mitad de la página 63, en donde se habla de un bono de consumo cultural dirigido a jóvenes y adultos mayores, promoviendo el acceso a ofertas culturales descentralizadas que fortalezcan los territorios. Por supuesto no se dice más, pero se dejan frases embellecedoras como «la posibilidad de materializar los sueños» (página 63).
Esto ya de entrada me deja dos malestares: por un lado, el arte y la cultura —en estos contextos propagandísticos— se relatan siempre de forma fantasiosa y romántica, nunca de forma metodológica y programática. Se habla mucho de sueños, ilusiones y reconocimiento del otro, pero no se habla de mesas de trabajo, análisis de la calidad de la ejecución en la oferta cultural o programas de formación en las instituciones de educación superior. Por otro lado, me genera aún más malestar el enfoque poblacional que —parece— se le otorga a la cultura, ¿todo siempre se dirige a los jóvenes y a los adultos mayores? ¿O será que soy un prejuicioso que cree que las propuestas gubernamentales siempre ven al arte como espectáculo y divertimento de las masas electorales?
Comenzamos bien, me va gustando mucho este programa de gobierno. El único sector al que se le proyecta una estrategia más o menos clara de fortalecimiento pedagógico y acceso a la cultura es la música. Esto se relaciona mediante un proyecto de cobertura educativa dirigido desde la Orquesta Filarmónica de Bogotá. De resto, sólo se mencionan las artes del espectáculo como la danza, el teatro, el performance y el circo (página 63, último párrafo). Sigue sin hablarse de artes plásticas y visuales, otra de las relaciones evidentes entre lo que fue la rendición de cuentas de la SCRD y lo que promete ser la cultura durante los próximos cuatro años.
En el ítem «La cultura en el colegio» se pueden ver varios ejemplos de la utilización de la cultura como prefijo justificador de cualquier cosa. Aquí se habla de «cultura ciudadana» —por supuesto—, «desarrollo de las capacidades» —¿cuáles? No sé, hay que enviar un derecho de petición para preguntar—, y arte en el espacio público.
Y si «cultura de» funcionaba para todo, espacio público será la versión premium. Será lo que Claudia López fue a Peñalosa y lo que Galán a López. Con el término espacio público se puede echar todo en una bolsa y venderlo en uno de los tantos mercados de pulgas del centro —próximamente Distritos Creativos—.
En los próximos párrafos el espacio público articula a la perfección los programas de gobierno, siendo la apuesta más citada la escena del Arte urbano en la ciudad (página 64). Nuevamente se especifica la apuesta por ser la capital del Graffiti y del Arte Urbano en América Latina, por los Distritos Creativos y las Industrias Culturales. El arte en el espacio público se enuncia como una estrategia de embellecimiento y apropiación de las calles, del transmilenio y de cualquier otro lugar que las políticas de gentrificación hayan llevado al colapso urbanístico. En resumen, estos gobiernos se han basado en la dialéctica de la destrucción del espacio público y la convivencia a través del transmilenio, para luego ir a embellecer los escombros con pintura y espectáculo.
Después de estos ítems no hay mucho que decir. Los demás párrafos son escritos a partir de discursividad vacía con reutilización de verbos como fortalecer, diversificar y promover. Ya sea hablando de infraestructura, de apoyos concertados y becas, o de formación y circulación, el molde reutilizado de programa de gobierno se permite enunciar superficialmente más no proponer metodologías que lleven a cabo tantas promesas naranjas. Por ejemplo las diferencias entre lo dedicado a la cultura y a la seguridad, son abismales, no sólo por señalar la cantidad de páginas escritas, sino también su descripción metodológica para resolver una o varias problemáticas; en este caso la cultura y el arte nuevamente fueron los puntos que hay que mencionar por «cumplir con..».
Además se habla sobre los Centros de felicidad y los programas de la «cultura escrita y oral» como inversiones infraestructurales que contribuyen a la convivencia y el desarrollo de proyectos artísticos en la comunidad; claro está que esto se escribió antes de conocer que el presupuesto destinado a la infraestructura cultural bajaría en un 50% para 2024.
Por último, la página 65 cierra con un conjunto de propuestas para resembrar la naranja, fortaleciendo la relación entre arte y emprendimiento, entre industria y creatividad, revitalizando y embelleciendo —ahora sí— una política gubernamental de fracaso económico probado y comprobado.
Aquí nuevamente se pone la discusión del arte como mecanismo de emprendimiento versus el arte como cualquier cosa. Se promete buscar relaciones público-privadas para apoyar y promover la creación de marcas y no de obras, fomentando la «diversificación productiva, de innovación, creativa y de financiación» (página 65). Esta gente resolvió la discusión de arte o artesanía: todo es artesanía.
En fin, hace años que leer dos páginas y media no me dejaba tan agotado y desesperanzado. Iré a prepararme el almuerzo mientras los proyectos artísticos se convierten en marcas, las universidades/academias de arte en aceleradoras de startups y los pinceles en embellecedores de la pobreza, porque a este paso en dos meses —cuando me gradúe de la universidad— voy a tener que escoger entre una diadema o una clase de arte terapia.
Bibliografía
Programa de gobierno alcalde Carlos Fernando Galán 2024-2027. Disponible en: https://www.carlosfernandogalan.co/wp-content/uploads/2023/07/Programa-CFG-2023-1.pdf