Paisaje después de la batalla (I) – Rosa Olivares

Continuamos nuestra celebración con un escrito en dos partes de Rosa Olivares, que da inicio a una serie de reflexiones desde las artes plásticas y visuales producidas durante los primeros 25 años de este siglo. ¡¡Bienvenida!!

 

 

“Sentir que es un soplo la vida 
que veinte años no es nada”
Volver, (C. Gardel,  F.Z. Maldonado y A. LePera)

 

Una de las características esenciales del tiempo es su relatividad. Aunque cada hora tenga sesenta minutos y cada año 365 días, la sensación derivada de las circunstancias en las que ese tiempo transcurra marca todas las diferencias. Un año de guerra no tiene el mismo tempo que un año sabático. Ni una hora de terror, de espera, de dolor, dura lo mismo que una hora de placer, de amor, de tranquilidad. En el mundo del arte contemporáneo también se vive el mismo tiempo a muy diferentes velocidades.

Analizar los últimos 25 años en el mundo del arte contemporáneo internacional implica desarrollar una personalidad múltiple. Si pudiéramos cortar estos 25 años del siglo XXI y compararlos con los primeros años del siglo XV tendríamos un periodo de la misma duración: 25 años y sus miles de días y cientos de meses. Pero la percepción cultural y artística, estética, de ese periodo sería totalmente diferente. En el Siglo XV se vivía la transición entre la Edad Media y la Edad Moderna, caracterizada por un resurgimiento del interés por la cultura clásica y un florecimiento de las artes, la literatura y la ciencia: el Renacimiento, que abarca desde el final del XIV hasta el final del XV. Mas de dos siglos que asentaron nuevos modos de ver y de pintar, hallazgos increíbles, un avance cultural, y muy especialmente, artístico definitivo. Pero en un libro de historia del arte esos más de doscientos años apenas reúnen unas decenas de artistas y muchas obras clásicas inolvidables. Unas pocas páginas. Estos 25 años, tal vez, unas pocas líneas.

Pero ¿qué encontramos en los veinticinco años que inician el siglo XXI? Y, sobre todo ¿qué define ese periodo a día de hoy, ya vencidos todos sus días y sus meses? En el siglo XX ya las vanguardias estaban caducadas, y Marcel Duchamp, por suerte para todos, ya era un artista del siglo pasado: esa afirmación de cierre de ciclo se anunciaba en camisetas y tote bags alegremente. Por cierto, a fecha de hoy Duchamp es un artista de hace dos siglos… ¿Por qué parece estar detrás de la cortina?
El siglo XX se cerraba y pasábamos al XXI con una cierta alegría, las bienales y las ferias de arte se reforzaban y crecían, con un cierto temor de que el curador, el comisario, se alzase con ese invisible poder que al parecer rige el mundo del arte, un poder que según historiadores un tanto trasnochados les pertenecía exclusivamente a los artistas.

Pues en estos 25 años el artista no ha recuperado ningún poder tangible. Los museos, la institución, se reforzó primero para ir diluyendo su prestigio después en un sinfín de nuevos museos cada vez más aburridos y vacíos, sin programa y sin presupuestos. La palabra, la retórica, cada vez más hueca y sin relación con la estética ni el arte al que supuestamente revestía de autoridad, fue ocupando el poder. No sólo los curadores, sino teóricos llegados de la filosofía, como materia de enseñanza no de pensamiento, profesores que no distinguen la estética filosófica del proceso creativo y que ignoran ampliamente la historia del arte, fueron echando del escenario a historiadores, expertos y sobre todo a los aficionados incondicionales. Esta es una de las cosas que han cambiado en estos últimos años: el escenario artístico se ha quedado sin publico aficionado.
Si en un teatro solo estuvieran los actores, los encargados del bar, las limpiadoras, los tramoyistas… pero no hubiera ni público, ni los aficionados de toda la vida, las entradas sin vender… Sería una situación insostenible. Sin embargo las exposiciones tanto en galerías como en museos están vacías. Solo se llenan los blockbuster, el espectáculo: las ferias, las exposiciones de grandes figuras históricas, lo que pueda ser mediático. Los temas suelen ser el dinero, lo que cuesta, lo que se paga por una obra, las subastas, los récords, el mercado y por supuesto la banalización del arte, la desmitificación y ridiculización de la obra de arte y del artista, el curador ya es simplemente un meme. ¿Quién tuvo la culpa? Posiblemente todos un poco, y el contexto el resto.

El arte subsiste porque siempre habrá esa pulsión creadora que anida en el ser humano, ciertamente no en todos (ni siquiera en esa inmensa mayoría que se autodenominan artistas), pero sobrevive porque el mercado está en otro sitio. No en el público, algo que nunca fue. No en ferias o bienales, cada vez más tampoco en los museos. El arte siempre fue un asunto del poder, de la Iglesia, de la nobleza, de la burguesía, del mercado, de los ricos. No porque lo disfruten, sino porque lo pueden pagar. El arte es un símbolo de poder, de riqueza sí, pero también de gusto y de cultura, de elegancia y de inteligencia. Lo podemos disfrutar todos los que tengamos gusto, interés, o conocimiento, sensibilidad… pero es algo que cada vez está más alejado de nosotros. Y también es algo que cada vez es más complicado de aceptar empáticamente.

El arte pertenece a su tiempo, a la sociedad que lo ampara y lo genera, y esta sociedad es disociativa, ajena, difícil, dura, exclusivista, selectiva, no está abierta a todos. El conocimiento cada vez es más selecto y minoritario, como el dinero y la capacidad de tener una vida rica en experiencias culturales. Los jóvenes hoy prefieren otras expresiones sociales que sientan que los representen más y mejor, que estén a su alcance. La belleza está muy cambiada, es difícil reconocerla, es cambiante y salvaje y no se deja atrapar fácilmente. No son muchos a los que eso les importe, prefieren un buen coche.

En estos 25 años el arte se ha ido desactivando, desvaneciéndose en nuestras salas de museos, en nuestras bienales y documentas. La forma y el contenido disociados, un contenido que nos tienen que explicar porque a veces la forma es inexistente. Hasta el mercado está despistado. Estos últimos dos años han bajado los números en las casas de subastas y en las grandes ferias (que, por cierto siguen siendo las mismas que hace 25 años, a pesar de la cantidad de nuevos intentos). Se gasta menos y se gasta en valores seguros. ¿Qué es un valor seguro? Arte anterior a los años 60/80. Pero lo que pasa es que los coleccionistas particulares están empezando a pasar del mercado, y por supuesto de las ferias y sus guetos VIPS, y se venden las obras directamente entre ellos, sin estadísticas ni intermediarios.

 

—Madrid. 29 de mayo de 2025.

 

Rosa Olivares (Madrid, España)

Cofundadora de LAPIZ en 1982. Fundadora de EXIT, imagen y cultura, en 1999. Escritora, editora, crítica de arte y comisaria independiente. Ha comisariado más de 30 exposiciones, y dado cursos y talleres en España y en museos y centros de arte de España, Francia, Italia, Alemania, Argentina, México, Chile, Perú, Panamá, Costa Rica, Perú o Panamá, entre otros.  Actualmente vive entre Madrid y Ciudad de México, donde dirige una librería especializada en arte actual y cultura urbana, y edita las colecciones de libros Max & Rocco y libros mínimos.

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