La determinación de la incertidumbre ¿Quién es Jesicka Curbelo Daza

Video originalmente transmitido el 21 de agosto de 2019 en el canal de Youtube de Jairo Aristizabal Ossa, con motivo de la exposición La determinación de la incertidumbre ¿Quién es Jesicka Curbelo Daza?, curada por los artistas Daniel Tejada y Wilson Nieva a partir de una idea de Jorge Acero, realizada en el Centro Cultural COMFANDI, de la ciudad de Cali.

 

Esta muestra contó con el siguiente texto de Wilson Nieva:

 

Caries en los dientes de la rosa

Me encontraba en ningún lugar, en ninguna parte de la materia ni de la existencia, estaba solo cubierto de oscuridad, de soledad y esperanza; era tanta mi felicidad que podía verme a mí mismo convertido en un pequeño rayón, en un ovalo danzante, en una sombra intermitente. En un punto siguiendo a una línea invisible. Tiempo negro sobre espacio negro.

Entonces llegaron a mí, una serie de sonidos secos, una tanda de fonemas oxidados, que llegaban con una actitud agonizante y desesperada; percusiones metalizadas, alambres chillones; un ahogo exasperante de falsos bemoles y corcheas estranguladas. Y como mi nombre está clavado en la cruz de la compasión, de la amistad y de la benevolencia, no tuve otra que desprenderme de mi trono para llegar a los niveles más bajos de la consciencia y así atender el llamado que se me hacía.

Increíblemente se trataba de una humana. Se trataba de una mujer llamada Jesicka Curbelo Daza, que según me di cuenta, llevaba años de juiciosa labor en la meditación, en el autoconocimiento y en la apertura de canales para que entidades superiores como yo las podamos guiar; por ende aprendí su idioma, su escritura, sus mañas. Sus escapes y sus secretos.

Me dijo que era una mujer criada en la costa atlántica, que tenía 38 años y que desde hace seis estaba esperando mi respuesta. Todo pasó en una época en la que se decepcionó y se alejó de todo: de sí misma, de su familia, de sus amigos, de su novia, de su gata y de su tortuga. Mandó a la mondá sus libros, su música, sus escritos, sus dibujos, sus objetos raros y sus pinturas porque ante todo quería renunciar a una idea de arte hedionda y dañina que había aprendido en la escuela de Bellas Artes de la ciudad.

Como siempre fue una chica solitaria y dedicada, se había ganado varios premios, convocatorias y residencias artísticas; una de ellas fue a medio oriente, al taller de una tejedora de tapetes muy reconocida. Con ella aprendió la importancia de meditar, del placer de hablar con los materiales antes de usarlos. Pero sobre todas las cosas aprendió sobre el poder tan grande y necesario de la concentración y canalización energética y espiritual.

Cuando volvió de Israel todo había cambiado para ella, su mente se transformó en una fábrica de interrogantes inherentes a sus pasos. Era evidente por su carterita de flores y su nariz natural, estaba totalmente ausente, no hubo rastros de mascotas o de pájaros, sí, se había ido.

Se la pasó seis años haciendo pendejadas, figuritas que provenían de lo que ella creía que eran su alma o su pensamiento, pero a medida que las hacía también se iba haciendo más fuerte su canalización y así su pálida agonía pudo llegar hacía mí. Su forma de canalizar las cosas es grata y agradable porque no busca direcciones, ni principio, ni fin, solo la posibilidad de continuar sin perder ni olvidar lo que su consciencia haya ganado. Es una manera de la humildad con letras de oro que cautivó mi curiosidad y mi atención.

Jesicka me cuenta que tiene una exposición el 17 de agosto de 2019 en una pequeña ciudad de un corrupto país, en palabras suyas me dice que le vale verga la política pero que necesita de mi ayuda porque no sabe qué hacer, es más, me dice que no quiere hacer nada, que ya no cree en la imagen, mucho menos en la posibilidad de crear una.

Si ustedes hubieran visto la furia y la determinación de su plegaria, el poder de sus piadosos ojos, la convicción de su cuerpo, entenderían la decisión que tomé. No solo la ayudé para que su canalización tuviese menos obstáculos y fuera más amplia y transparente posible sino que cometí la osadía de llevarla a la dimensión de donde provengo solo por la vanidad de saber si era capaz de evidenciar todo lo que lo presenciaba: como un pequeño rayón, un ovalo danzante, una sombra intermitente. Un punto siguiendo a una línea invisible. Tiempo negro sobre espacio negro.

Mi nombre es Maitrella, soy la luz superior. El fin de todo lo pronunciable.

 

Wilson Nieva

 

Jorge Acero Liaschevski
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