Invasiones y mosaicos

Este año he tenido la oportunidad de darme un vuelto largo por París, la también reconocida Ciudad Luz. Yo mismo la he visto como una ciudad de mosaicos, pues guarda en ella una colección de obras urbanas fabricada en base a pequeños cuadritos de cerámica.

Para empezar, cuando llegué a Paris, me encontré con una visión y un ideal de grafiti y arte urbano como ya lo conocía en Latinoamérica, para unos el grafiti es ilegal y los murales con permiso son arte urbano, es decir, la brecha entre uno y otro se plantea de forma similar, pues no hay una teoría concreta y aceptada dentro de estos gremios, pero yo mismo he planteado que sus orígenes se dan dentro de una misma escuela y cultura, la de intervenir el espacio público.

También, siendo París una clásica ciudad de artistas, esperé encontrarme con un movimiento del sticker igual o mucho más brutal que el que se está dando en Bogotá actualmente, gracias a colectivos, diseñadores, artistas, grafiteros, entre los que se pueden destacar DJ Lu, Toxicómano, Corrosivo, Chirrete, Gavilán, Enka y una gran gama de interventores urbanos que le ponen color a la ciudad. Pensé que encontraría una gráfica espectacular pegada en los postes y señales de tránsito de la ciudad, pero: primero, paila, aquí si se hace respetar la señalética y, segundo, si hay muchos lugares donde se concentran gran cantidad de stickers, pero se los roban rápido, los limpian más seguido o, lo que menos me gustó, no proponen nada visualmente. Son simples calcomanías del clásico “Hello, My Name Is…” o “Tal crew estuvo aquí” o “Tal grafitero estuvo aquí”. Entonces se convierte en el mismo jueguito fastidioso del grafiti de las letras y los nombres pero peor, porque a las calcas no le meten estilo, algo raro viniendo de la ciudad que congregó en su momento a algunos de los mejores artistas de la historia.

Pero bueno, pese a que hay una paupérrima propuesta en cuanto a stickers, París sí le lleva años luz a cualquier ciudad del mundo en pegar cosas en las paredes (por eso mi decepción con el tema de las calcas) y aquí recuerdo cuando en la Academia me enseñaron sobre los carteles de Henri de Toulouse-Lautrec. En Bogotá, personajes como Puro Veneno, StinkFish, o el ya mencionado Corrosivo Carsal o, a nivel global, el clásico Obey saben cómo es esta vuelta del engrudo y el papel. Pero en París no solo se pegan carteles, aquí también les gustan las propuestas tridimensionales. He visto de todo, mosaicos, espejos, bicicletas, pinturas al óleo, carteles normales, y entre los que más se destacan en la ciudad están los de Mr. Djoul, John Hamon, Barbanar y la brasileña Silvia Marcon, (ya sé, nadie sabe quienes son ellos, toca buscar en internet).

Hace varios años me topé con el documental dirigido por Banksy que relata las “aventuras” y la transición artística del artistoide francés (parodia de artista) Thierry Guetta alias Mr. Brainwash. En este documental hablan brevemente de la trayectoria de uno de los artistas urbanos con mejor propuesta que he visto, se trata de Invader, otro artista francés, supuestamente primo del tal Mr. Brainwash y terminado de sacar a la luz gracias al documental de Banksy, aunque con un recorrido brutal desde los 90.

Durante años me quedé con la idea de Invader en la cabeza como un artista más. Seguí su trabajo en redes tanto como el de Obey o Banksy, pero no representaba nada novedoso para mí, incluso llegué a pensar que el man es gringo (como muchos de los artistas urbanos reconocidos). Cuando llegué a París me encontré con varios mosaicos pegados por ahí, unos más llamativos que otros. Me imaginé que había un movimiento fuerte de mosaicos como intervención urbana y sí, pero la mayoría que veía de estos eran del señor en cuestión. Tengo una colección de tatuajes en mi piel y de stickers en un par de álbumes, entonces quise empezar una colección de fotografías tomadas a estos mosaicos pero al final me dio mamera pues son más de 1400 solo en París. Es decir, la mayoría de toda su obra (aunque también hay en otras ciudades del mundo), y no quería andar guardando fotos mediocres.

Un día andaba libre y gracias a historias de Instagram, supe que en Belín un artista urbano español, andaba pintando uno de sus grandes murales en la ciudad. Este man maneja un hiperrealismo brutal para después mezclarlo con lo que él denomina como Neocubismo. Es de esos artistas que uno no ve en Colombia tan seguido (¿será porque en Colombia no invitan a pintar sino a los mismos 10 pinches grafiteros de siempre?), entonces creí que sería brutal ver una de sus obras en vivo y mirando sus historias, mencionó que existe la aplicación para celulares Flash Invaders que permite escanear y coleccionar los mosaicos de Invader. ¡Gracias Belín por ese dato!

Aparentemente los mosaicos de este man están almacenados (con una foto bien tomada) en una base de datos y se pueden escanear como códigos QR. Este código da el número de mosaico y el año en que fue pegado, por lo que uno se puede dar una idea de su antigüedad. Como ya no tenía que andar almacenando fotos de mierda, con esta aplicación en mi poder ya podía dar rienda suelta a una nueva colección y a una nueva obsesión. Al igual que Banksy, Invader es un artista de cara anónima que uno se podría topar de frente y nunca saber que era él.

Aunque yo empecé a tomar un aerosol con fines “grafitescos” desde el 2008, ya llevaba un par de años con mis amigos del colegio observando y admirando los grafitis que se podían ver en mi barrio y en los alrededores. Recuerdo grupos como la Five Crew y de ahí nombres como Teck o Dwel, también veía por ahí el clásico Freejol de FCO o las letras de Yurika y Saks. En esa época ellos eran entes sin rostro, sin forma, sus obras aparecían plasmadas de la noche a la mañana y fue hasta que me adentré más en esta vuelta que supe quiénes eran ellos y más o menos cómo se movían. Me acuerdo que siempre ha sido así con esos grafiteros que se ven mucho en las paredes pero uno nunca sabe cómo lucen. Es muy curioso para mí imaginarme qué clase de persona puede hacer algo como un grafiti, ¿qué habilidades tiene? ¿Cuánto tiempo lleva haciéndolo? ¿iba solo o con más parche? Pero todo eso pierde el chiste cuando se le da un rostro y una personalidad a esos que uno seguía y con el tiempo fui reduciendo ese interés infantil.


Pero ahora, después de algunos años en el juego, llegan y me muestran esta aplicación para cazar estos mosaicos. Fue como volver al pasado y perseguir nuevamente una sombra que no se sabe por donde se va a mover ni qué va a plasmar.

Desde que conozco la obra de Banksy me ha parecido intrigante y más ese anonimato que desespera, pero ciertamente la obra de Invader es mucho más propositiva, dan más ganas de esperar algo de él, no es una obra pretenciosa, no quiere criticar ni decir nada concreto y por lo tanto no miente, es simplemente pop. Él como artista sabe que una copia de uno de sus mosaicos se vende carísimo y que su obra se expone por sí sola, sin tener que crear falsos documentales ni autodestruir su trabajo como “crítica”. Su obra puede verse en ocasiones simple y banal, pues su estética original se basa en las gráficas del juego de lo años 70, Space Invaders, creados a partir de pixeles de 8 bits, pero es increíble como desde pequeños cuadritos puede crear ilustraciones complejas brutales.

En mi teoría del grafiti, hablando de su cultura, había puesto el cartelismo y los stickers por separado, como actos individuales. Pero viendo propuestas de este tipo, entrando en lo tridimensional y utilizando diferentes materiales, tendría que proponerlo todo como un conjunto donde se categoricen los objetos pensados como intervención de espacio público, más precisamente dentro del arte urbano. Ha sido toda una revelación el descubrimiento de estos trabajos en la Ciudad Luz, mi único acercamiento a propuestas así, había sido con las máscaras de cerámica del artista australiano Crisp, quien duró algunos años habitando Bogotá.

Por un lado, se me hace extraño que Bogotá y en general Latinoamérica, siendo un territorio tan fácil para intervenir pensando en grafiti o arte urbano no haya sido un blanco constante para intervenciones de este tipo y más para alguien con tanto recorrido como Invader. Pero al mismo tiempo, tampoco se han visto muchas otras propuestas de tipo tridimensional, ni que se arriesguen por jugar con otros materiales que no sean el aerosol, los carteles o los stickers en el mismo territorio, que repito, es extremadamente fácil de intervenir y sin tanto problema como podría ser hacer un grafiti en New York o Berlín, que implicaría problemas fatales con la ley. Es decir, en Latinoamérica también pero en una mucho menor medida. Y cuando digo que en Latinoamérica no se hacen este tipo de cosas, no me refiero a que sea en absoluto, cabe resaltar al artista ecuatoriano Ache cuyo trabajo en cemento es bacanísimo.

Felipe Chaves Granada
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