Yenny Barrero Montaño
*Realizada el 21 de marzo de 2019, como soporte documental de la tesis de Historia de la Universidad Javeriana, «Artbo, génesis de una feria», disponible aquí.
Yenny Barrero: ¿Para ti qué es Artbo?
Guillermo Vanegas: Artbo es la marca de mayor éxito en el campo artístico colombiano después de la marca Doris Salcedo. Digamos que como marca, ha logrado hacer lo que hacen las marcas: genera tendencia, impone modos de acción, modos de comportamiento y lo que me parece más grave, altera la psique de los gestores del arte y de los aspirantes artistas. Porque, como marca que es, se convierte en un modelo aspiracional. Entonces, el galerista, por más cagado que esté de plata, busca como sea estar en esa feria, sin fijarse, por ejemplo, en el hecho de que esa feria nunca presenta balances, entonces no se sabe por qué… ¿Cuál es el interés de estar en esa fiesta de ricos siendo miserable? Y lo que uno ve es que ese interés está avalado más por una cuestión aspiracional (como «me voy a poner una pinta para que me vean bien, así no tenga un puto peso y no haya desayunado»), pero no se mira a costo de qué. Entonces, lo que opera como marca que es, es que es básicamente una construcción mental de la gente que cree que la logró estando ahí. Si usted mira, si usted habla con galeristas –y le recomendaría, con galeristas internacionales– sobre Artbo, va a ver que tienen una mirada completamente diferente a la que tienen los quince huevones que aquí sostienen ese modelo. Porque básicamente dicen «Artbo es una mierda», o sea, es una feria pequeña en un país mediocre donde ya la supuesta bonanza de explotación de materias primas ya pasó, pues porque ya se nota que… pues porque ya se nota que… el dinero de la cocaína no está fluyendo como fluía antes, petróleo, etc., no están acá. Entonces ¿quién está pagando Artbo? Entonces, los internacionales llegan y dicen «qué puta mierda de feria tienen ustedes» y lo dicen en serio, porque es que perdieron, o sea se sienten robados. Pero usted habla con los colombianos y todos en los desayunos de NC Arte y con María Belén Saez, usted los ve y todos dicen que les fue del putas. Pero todos están cagados del susto porque no venden y entonces ese problema ahí lleva a que los aspirantes a artistas y los artistas más jóvenes traten de ver que si no están en Artbo, no están en nada (como los artistas de mi generación cuando les entró la crisis por meterse a San Felipe como fuera, era como sujetos que están entre los cuarenta y los cincuenta, que medio se ganaron alguna beca, alguna… o se han sostenido ganando algún tipo de estímulos del Estado, que en algún momento les dio la loquera de meterse a San Felipe como fuera y entonces usted llegaba y veía tipos que tenían una carrera digna, arrumados en una casa, botada, abandonada porque se esperaba a que fuera demolida para que metieran alguna torre o algún desarrollo inmobiliario, arrumados en una sala de una casa, tragando humedad, comiendo ácaros, pero felices porque estaban en San Felipe)… entonces, como marca que es, Artbo ha logrado ser tan exitosa que se extiende a lo largo del año. Es una feria-virus. Entonces, no solamente es la semana que le toca, sino, es que el semestre anterior tienen Fin-de-semana-Artbo. Entonces todo el mundo se mata por trabajar gratis para Artbo y son felices y se dan likes entre ellos y, entonces creo que, en últimas, a pesar de que sus impulsores no lo entendieron así, es básicamente un modelo de comercio del capitalismo previo al capitalismo de tercera revolución industrial. Donde se espera que al generar una plataforma para generar circulación comercial, los productores y los intermediarios se verán beneficiados. La Cámara de comercio se ha convertido en un modelo de capitalismo actual, de capitalismo tardío, donde el modelo es básicamente una Uberización, o un modelo de trabajo de Facebook, donde yo: usuario de Facebook, soy trabajador de Facebook, poniendo mi tiempo ahí y dando la interacción ahí logro que ellos capitalicen, entonces, resulta importante. Por eso yo no destaco a María Paz, podría ser la hija de Uribe… si tuviera… un hijo de… los hijos maricas de Uribe, cualquiera, el que hace manillas, o puede ser, no sé, un hijo recogido de Duque. Vale culo, porque ellos no han entendido el modelo, lo que ha pasado es que como marca, esa marca ha sido bastante orgánica y depende, tanto del artista que se deja manosear, como del galerista que empeña su vida cada año para poder estar ahí, como de los que hablamos mal de Artbo, como de los internacionales que vienen aquí ilusionados y después se sienten atracados. Depende de todos ellos y como modelo opera bastante bien porque como es abstracto, como no se puede señalar… ¿uno dónde ataca a Artbo?, ¿en la página web?, ¿tiene sede física? Es… es interesante, y macabro. Pues como Dios, como que está en todo lado y uno lo puede señalar es porque le toca el culo, entonces uno dice «qué miedo Artbo» y es hiperpoderoso.
YB: ¿Cuáles crees que son las posibilidades que Artbo constituye para el sector de las artes?
GV: Que la gente les aporte, es como, insisto, un modelo de la deidad, místico. Si usted… o sea… piénselo sumercé: usted vive en un país donde el poder adquisitivo, a partir de la circulación de arte es… o sea, si usted es realista, dice «no, vivir de vender arte es difícil», pero pues todo bien, decide pagar los precios que le ponen en esa feria, pero por el metro cuadrado que le botan ¿a qué aspira? Es decir, si usted tiene un contador, el contador le mete tres cachetadas y le dice «¡marica, ese no es un modelo sostenible!» Porque es que su debe y su haber no van a hacerse equivalentes. Y si a eso, sumercé, le añade el vivir en esa feria, es decir, el cohabitar en esa feria… Entonces, a lo que voy es que ¿qué es lo que aporta? Lo que aporta es lo que la gente le pone. Lo que aporta es el optimismo de la gente. Si usted se fija, cuando yo le digo que cuándo se ataca Artbo, es que Artbo en gran medida es una campaña de relaciones públicas. Quítele toda la publicidad a Artbo, o sea, anúlela, porfa. Quite los comentarios que hacemos cuando replicamos a Artbo, quite la resonancia de Artbo en programas de opinión (no sé, ahorita, en el programa de Julio Sánchez), quite todas las menciones a Artbo, empiece a anularlo. Y usted empieza a ver y, por ejemplo, empieza a ver cómo el fenómeno tan raro de la expectativa que genera ArteCámara. Entonces todo el mundo va a ArteCámara, al son de «quiero estar en ArteCámara», y uno les dice «marica, le toca pagar todo, no le dan ni… no le dan nada, huevón». Y ellos responden: «no, no, no importa, quiero estar en ArteCámara». Y uno vuelve y pregunta, como el contador del galerista: «amigo, te toca pagarlo todo: producción de obra, transporte, montaje, vigilancia, mantenimiento, o sea, ¿por qué quieres estar en ArteCámara?» Y la respuesta no es lógica, la respuesta es emocional, es como… es que uno no puede decir estúpida (porque la esperanza es estúpida, o sea, creer que, no sé, que somos eternos y rezar es estúpido, porque nos vamos a morir… somos carbón, lo mismo cuando uno es artista aspiracional de cualquier edad, porque, sí, uno siempre dice como, artista joven, pero es como, «ah, soy viejo, usted joven y le tengo envidia», ¿no?). Quiero extenderlo también a la gente de mi generación: ¿bajo qué tipo de labor de auto-convencimiento se meten a qué?, ¿se hacen auto-hipnosis o qué, para meterse a trabajar para esa feria? y ¿qué sostiene eso? Reitero, cuando sumercé entreviste, todo el mundo va a llegar a imponderables: el éxito, el triunfo… no van a hablar de la fama (porque eso es guiso), pero adquieren fama (porque son guisos), pero pues, guisos bilingües, como reguetoneros. Y entonces, cuando sumercé empieza a medir el balance, Artbo es un modelo fracasado. Artbo siempre arroja pérdida, lo que pasa es que jamás se va a reconocer, porque como es relaciones públicas… Es más, le recomiendo –no más por un ejercicio jurídico chistoso–, pídales cuentas: «hola amigos Artbo, estoy investigando, quisiera saber sus balances, ¿dónde los puedo consultar?»… Ni mierda. Nadie le responde. Entonces usted se pone a hacer un derecho de petición, porque es una entidad mixta y no le van a responder porque se van a amparar en su carácter privado ¿A quién le responde Artbo?, ¿Qué ofrece Artbo?, ¿Quién gana en Artbo? Los que salen en la foto. Y todo el mundo quiere estar en la foto, ya.
YB: ¿Cuáles son las críticas que tendrías frente a la feria?
GV: (risas) Hay una que no he dicho. Ahorita que… me la paso estudiando, me la he pasado estudiando la producción de Luis Ospina y la manera como él ha logrado influenciar en el campo artístico colombiano. Digamos que partí de dos principios y es que Luis Ospina logró acuñar, junto con Carlos Mayolo, dos expresiones que en el campo artístico local tuvieron mucha preponderancia: pornomiseria y gótico tropical. Si uno se pone a hacer curaduría de artistas que trabajaron con pornomiseria, pululan; y si se pone a trabajar con artistas que hicieron gótico tropical, hay un resto. Y lo que uno nota es que el tipo de arte que hacían esos artistas era divertido y ramplón (ramplón como decididamente grosero, como orgulloso de ser grosero, como un guiso que dice «hijueputa soy guiso pero tengo criterio y les voy a imponer a ustedes mi música, mi gusto estético, mi modo de ver el mundo». Pero, entonces, llega Artbo y eso desaparece. ¿Por qué? Porque los artistas –y esto si es un problema del productor de objetos visuales o de imagen, quien decide dejar de jartar aguardiente en la calle para empezar a pagar ginebra en sitios carísimos, modulando el tipo de producción que va a hacer. Y ahí viene un problema, y es que con Artbo cambia el modo de producción, pues porque se pasa de la autogestión grosera y brava y pobre y resentida (porque uno nunca tenía un puto peso para hacer nada), al modelo de mercado. Entonces listo, en ese cambio pues ¡llegó la plata! Aparecieron… no sé, Oma (risas). No importa un culo quién apareció, cualquiera que quiera lavar plata. Aparecieron pero ¿qué tipo de artista pussieron? O sea listo, hay artistas para Artbo, hay un huevo de gente estúpida haciendo cosas estúpidas de Flora pa’ abajo, en San Felipe, dibujitos maricas por doquier, grafito, papel bond y piezas portátiles y tamaños reducidos y temas maricas como, no sé, el extractivismo, las ballenas, el plástico. Okey, ¿cuál es el artista de esta generación?, Muéstremelo. Hagamos un quién-es-quien. Si usted quiere mirar ese balance, mire la exposición que inauguraron en el museo de Antioquia que quiere hacer como una revisión del arte del siglo XXI, usted va a decir «¿estos artistas a qué están apegados?» Porque tienen un cruce bastante raro. Mire quienes están, mire sus edades… hágales lectura sociológica, cuál es su árbol genealógico, de relaciones sociales, de dónde salieron… Y va a ver que su contacto con Artbo ha sido esporádico. Mejor dicho, los que han estado apegados a ese modelo, nada: Artbo no ha quitado ni puesto un solo artista nuevo. Para el huevo de años que tiene, eso es un fracaso de mierda. O sea, cuántos premios de crítica se ha ganado un artista que ha trabajado en Artbo… todo el mundo es en lo global: Artbo o la Feria del millón. Pero, venga, ¿y qué putas pone eso? ¿Cuál es la Doris Salcedo que salió de Artbo? Y lo estoy exigiendo porque tengo la idea de que el modelo del campo artístico, sí, con todo lo que hemos avanzado en el siglo XXI, a pesar de todo, se sostiene en individualidades, o sea, sí, es moderno hablar del nuevo Picasso, okey, lo acepto, pero resulta que al nuevo Picasso lo reemplazó María Paz Gaviria. Y, pues me parece una cagada… porque y entonces ¿los artistas para qué están trabajando? Para ese modelo donde ellos plop, o ¿son conscientes y les gusta? También puede ser, ¿no?, como cuando a uno le gusta que lo roben en una universidad y se dice «me someto a este contrato laboral bien hijueputa como profesor porque o si no salgo a comer mierda» Y entonces dice «listo, ya, estoy aquí a sabiendas, me pagan mal mis horas de clase a sabiendas». Y ya. O sea si los artistas tuvieran eso claro sería un hit confirmarlo.
