El arte efímero de Los Héroes que rayó a los próceres de la Independencia*

*Originalmente publicado en La Silla Vacía, por Santiago Vanegas

 

El 22 de mayo, en la madrugada, la estatua del Bolívar Ecuestre que coronaba el Monumento a Los Héroes en Bogotá fue retirada por funcionarios de la Alcaldía.

Fue la baja más digna que le pudieron dar, luego de que, por el fuego que le prendieron los manifestantes y los varios intentos de derribo, se había roto y amenazaba con caerse.

Unos días después alguien puso en su lugar un inodoro. Y ahora el pedestal está vacío, con lo cual se ha vuelto una tarima en la que se encaraman manifestantes a ondear banderas o echar discursos. “Ahora es una plataforma para pararse ahí, para ser un monumento vivo. Un día puede ser un hombre, un día puede ser una mujer, un día puede ser alguien trans”, dice el artista, y bloguero de La Silla Vacía, Lucas Ospina.

Debajo de las letras enormes de metal que encabezan el monumento, ”Bolívar Libertador”, escribieron “opresor”. Se trata de un movimiento que se siente histórico, pero tiene poco diálogo con la historia sobre la cual está pintado. La de las guerras de independencia, como la batalla del puente de Boyacá, de hace 202 años.

Según Jaime Iregui, artista y editor de Esfera Pública, esos héroes ya no representan a los jóvenes que se ponen en su pedestal.

Una reinterpretación que otros ven como ofensa. Carlos Roberto Pombo, presidente de la Sociedad de Mejoras y Ornato de Bogotá, dice que “agredir a Bolívar es agredir a la patria. Yo, por supuesto, no puedo estar de acuerdo con la agresión a los hitos urbanos”.

Pero la del Bolívar es solo una de las transformaciones simbólicas que ha habido en Los Héroes, como resultado de un movimiento artístico que lo ha convertido en un espacio clave de congregación en las jornadas de protestas.

Como todas las manifestaciones que están pasando, son espontáneas y no hay una autoridad que las filtre. Hay mensajes con todo tipo de tonos, superpuestas sobre los nombres de los héroes de las batallas de la independencia. Desde “llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones” hasta “tombo muerto, pueblo contento”.

“Yo entiendo el grito de tombo hijueputa violador, porque los hay. Pero también me pregunto qué hace un policía cuando llega a la casa después de que todo el día le están diciendo hijueputa, malparido, violador, asesino. Tenemos que pensar en los efectos que tiene ejercer esa violencia”, dice la artista Marcia Cabrera.

Para Ospina, los mensajes directos responden a la violencia del estado de cosas, que es directa, no es metafórica. Y están hechos para que, aunque la gente los vea de paso, sean tan contundentes que se queden pensando.

Son mensajes figurativos y literales, dice Guillermo Vanegas. La abstracción es dejada de lado en pro de una noción de contundencia que está relacionada con la educación visual de quienes realizan las intervenciones: “Son gente que creció con telenovelas y redes sociales, y, aunque se oponen al mensaje inicial del monumento, no se desmarcan de la idea de monumentalidad. En Héroes, la contundencia también es el tamaño”, agrega.

 

Los Héroes de antes

La idea de construir el monumento de Los Héroes la tuvo el ex presidente conservador Laureano Gómez. El diseño original lo hicieron dos italianos, Angiolo Mazzoni y Ludovico Consorti, que buscaron refugio en Colombia luego de ser los artistas consentidos del dictador fascista Benito Mussolini.

Lo terminó construyendo el general Gustavo Rojas Pinilla, y está concebido como una glorificación de los guerreros y las guerras de independencia. Jaime Iregui, artista y editor del portal Esfera Pública, lo define como un proceso de disputa por el espacio de representación. “Esos monumentos, que hacen parte del proyecto político conservador del siglo pasado, ya no mueven a la gente”.

Con el crecimiento de la ciudad, el monumento quedó en el cruce de dos vías claves, y luego de dos troncales de Transmilenio.

“Los Héroes es un punto neurálgico, no sólo para el tránsito, sino también para la narración de la guerra, que es una narración patriarcal, de obediencia, fundada en el valor del sacrificio”, dice Ospina.

Y esa historia y ese mensaje son, en parte, lo que está siendo contestado y redefinido con los murales, las pancartas, los conciertos y los performances que se han vuelto recurrentes ahí desde que comenzó el paro.

“La gente que está interviniendo Los Héroes, pero también la que ha derribado estatuas como la de Jiménez de Quesada, adopta una actitud radical frente a los monumentos, en el sentido de cuestionar su raíz, su razón de ser”, agrega Ospina. Y esa rebeldía frente a los monumentos, dice, viene que no le hablan a la gente de igual a igual, sino que “nos obligan a mirar hacia arriba. Nos hablan desde una posición de privilegio vertical”.

Al intervenir sobre un monumento, y no sobre una pared blanca, por ejemplo, la lucha que están dando los manifestantes en Los Héroes no es solo por el espacio público, sino también por los símbolos.

Los Héroes de ahora

Desde el 28 de abril de este año, cuando empezaron las movilizaciones, las paredes de piedra caliza con los nombres de los batallones y las batallas de las independencias americanas fueron tapizados de nuevas pinturas, stencils, panfletos y graffitis.

Guillermo Vanegas, crítico de arte y curador en Reemplaz0, dice que, en esa lucha por el relato, la producción de imágenes en el espacio público tiene un impacto mucho mayor que, por ejemplo, en una feria de arte o un museo. Y eso pasa por las redes sociales.

“Las personas que hacen estas imágenes y las ponen a circular han sido educadas en las redes sociales y por eso entienden que su audiencia no es solo la persona que está frente al graffiti, sino que es una audiencia global”, dice.

Esa potencia de las imágenes fue evidente en el paro. Publicaciones con la bandera invertida, lives de Instagram de los enfrentamientos del Esmad con la primera línea, e incluso fotos del monumento a Los Héroes rodeado de miles de manifestantes se volvieron virales, al punto que celebridades en todo el mundo las repostearon.

Marcia Cabrera es cantante y profesora de arte. Ha hecho toques y grabado videos en Los Héroes, como parte de una iniciativa llamada La segunda línea de músicxs. “Muestra la fuerza de la gente que está diciendo este espacio es mío”, dice. Y agrega que “el espacio público nos ha sido negado, por la pandemia, y desde antes por las normas del código de Policía. Los Héroes es un espacio que nadie usaba. Pero ahora lo estamos reclamando y, para mí, está quedando una chimba”.

Ospina agrega que esas manifestaciones profanan una noción de belleza, la que cree que lo que se ve en el espacio público debe pasar una cantidad de filtros consensuados y no puede herir susceptibilidades.

Pero para Carlos Alberto Pombo, “agredir símbolos es una manera de llamar la atención de unos, pero que ofende a otros. Otros sentimos que están atacando nuestros símbolos republicanos”.

En Los Héroes, un mural se tapa con otro mural, que luego se tapa con un stencil, que luego se tapa con un código QR. Y nadie viene a reclamar los derechos sobre su obra.

Es un movimiento que no tiene cabezas, no depende de los líderes del paro, y en el que cada quien se manifiesta de forma autónoma. “De ahí el letrero de `la democracia es un falso positivo`, de que hay una convicción de que la verdadera democracia no es representativa”, dice Cabrera.

El mensaje que envía la intervención de Los Héroes no solo pone nerviosos a los que piensan que es vandalismo. “Lo que está pasando en Héroes nos deja un poco en ridículo a los artistas contemporáneos que solo sabemos hacer espacios muy blancos y muy limpios, como Fragmentos de Doris Salcedo, que sólo delatan el miedo que le tenemos a la gente”, dice Lucas Ospina.

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