Editorial

18 razones por las que una exposición y un libro como De la vía armada a la vía láctea. Monos e historietas de Joe Broderick (Gabriela Pinilla, María Sol Barón, Camilo Ordóñez, IDARTES, 2018) son tan necesarios en esta jornada electoral para Colombia

1.- Porque añaden otro capítulo a la hace pocos años iniciada Historia de la narración en secuencia en Colombia.

2.- Por recordarnos que durante el siglo XX, no todos los sacerdotes que ejercieron en Colombia se dedicaron a amenazar, regañar y disciplinar a su feligresía, sino que asumieron un alto nivel de compromiso social hasta sufrir, en algunos casos, el exterminio físico.

3.- Por demostrar lo anterior volviendo una y otra vez al recuerdo de la gesta del sacerdote Camilo Torres como epítome del vínculo entre reivindicación social, coherencia histórica y verdadera práctica de fe cristiana.

4.- Por demostrar lo anterior mediante ejercicios de imagen, como los bocetos y la versión facsimilar del Gran aquelarre de Sasaima, caricatura documental que alegorizaba a algunos de los miembros de Golconda, en los comienzos de ese movimiento de sacerdotes revolucionarios (que sí, persona que lee, ¡que hubo sacerdotes revolucionarios en este enclave gringo!).

5.- Por demostrar lo anterior mediante ejercicios de imagen, como la reedición del clásico La Historia de los Partidos Políticos (Editorial El Machete, 1972), sabrosa descripción de la historia de nuestras castas desde la aniquilación de las comunidades originarias hasta el robo de las elecciones del 19 de abril de 1970 (pero que bien podría describir la actual carrera por la presidencia de la República).

6.- Por demostrar lo anterior mediante ejercicios de imagen, como Educación para todos (Centro Laubach de Educación Popular Básica para Adultos, Medellín, s.f.), relación de pifias que describe la descontextualización de la labor docente en un entorno hostil a la movilidad social basada en la educación, con origen en el Concordato y que Broderick extiende hasta los gobiernos de Lopéz y Turbay (pero que bien podría terminar en el escandaloso atraco (autoría de Gina Parody, Ser pilo paga)).

7.- Por demostrar lo anterior mediante ejercicios de imagen, como la presentación de la cartilla inédita Protejamos los bosques, narrativa donde Broderick reitera en formato tragicómico la inadecuación de las aspiraciones benefactoras del profesional de procedencia urbana y los límites de su formación con el conocimiento práctico de la población con que llega a trabajar.

8.- Por demostrar lo anterior mediante ejercicios de imagen, como el video que narra la vida de Broderick en formato documental.

9.- Por permitir que un caricaturista como Chócolo nos recuerde en el texto de contraportada del libro que no hay “nada más perverso que un cura haciendo caricatura” (risita nerviosa).

10.- Por publicar “Mi vida en monos”, descripción autobiográfica donde Broderick explora sus comienzos en una actividad a la que, según descubrió con ayuda de sus curadores, había dedicado más tiempo de vida despierta que a sus otras actividades.

11.- Por publicar “La prehistoria de la historieta”, cuidadosa descripción del proceso de trabajo de Broderick en “tiempos pre-digitales”.

12.- Por el ensayo de doble utilidad “Historietas y educación popular”, puesto que, además de lo afirman sus autores, se presenta por primera vez en una Facultad de artes pública, donde la gran mayoría de sus egresados o de quienes estudiamos allí han (habremos) de cumplir con la actividad docente como labor principal.

13.- Por el recordatorio u orientación profesional respecto al trabajo como Broderick debió asumir su labor de freelance en Colombia: los autores no dejan de destacar que muchas de las piezas incluidas en el apartado “Educación popular” de la muestra, dependieron siempre de contratos en los cuales “se enfrentó a experiencias de creación gráfica en las que, si bien mantuvo cierta autonomía y libertad para el desarrollo de los guiones y dibujos de las cartillas y comics, el trabajo debió realizarse bajo un ejercicio de reconocimiento de los objetivos y directrices planteados por cada institución.”

14.- Por el ensayo “Caricaturas ante el nuevo orden mundial”, donde los autores re-enmarcan la actividad de Broderick en un contexto sociopolítico distinto a aquel en que iniciara su labor: una vez comenzó a trabajar en el medio Zona (propiedad del abogado y periodista Ramón Jimeno), el dibujante modificó el enfoque de sus obras pasando del comentario enfocado en la política colombiana a la descripción de problemáticas globales, a medida que iba publicando sofisticaba progresivamente sus alusiones y, finalmente, concentró su tarea en el dibujo de humor.

15.- Por revisar en ese mismo ensayo el modo como Broderick fue modificando su lectura hacia las propuestas de los gobiernos de los presidentes Betancur y Barco, puesto que, según el medio donde iban apareciendo, buscaba funcionar más como pivote que como palo en la rueda.

16.- Por analizar el modelo de conservación ecológica que Broderick reforzó durante la década de 1980: junto a la realización de una serie de publicaciones no editadas, el dibujante añadió una concienzuda comprensión de la normativa existente y la manera como se podían conciliar explotación de recursos naturales con disminución de su impacto ecosistémico. Explotar y cuidar, pareciera ser el lema de esta nueva etapa.

17.- Por mostrar el último de los cambios que sufrió la producción gráfica de Broderick en la década de 1990, donde ya el autor pasaba de la mirada crítica al énfasis en la acción propia de la población colombiana dentro de las instituciones aparecidas tras la promulgación de la constitución de 1991: es decir “de que el ciudadano asuma las funciones del Estado con las herramientas jurídicas que tiene gracias a los nuevos esquemas de participación, o de decirle a la persona que trabaje un poco de más, que coopere con sus vecinos y trate de hacer su vida mejor con lo que tiene…”

18.- Por recordarnos que la intención de Broderick a lo largo de su carrera no fue tanto la de constituirse en un autor visual autónomo como la de operar como un agente político, interesado en sostener la idea de que para generar concienciación, es necesario “rescatar y mantener un leguaje común y puesto en la voz de sus personajes […] que fuera capaz de aterrizar el discurso político en la vida cotidiana.”

Guillermo Vanegas
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