Aceleracionismo sincero VIII. MSD en la Galería Santa Fe

Escaleras futuras es una exposición de diseño responsivo, dividida en ejes estructurales compuestos a partir de triadas. Con ella MSD (Daniela Gutiérrez, Sebastián Mira), analiza las plataformas digitales y las consecuencias derivadas de su implementación global. Es como una app con diferentes utilidades pero aún en formato Beta, diseño austero y luz bajita.

 

Desde el discurso curatorial se busca continuar con la premisa que MSD ya hubiera trabajado para the wrong bienalle: ¿cómo se da la noción de presentness? En sí, este es un término de difícil traducción que bien podría equivaler, para las personas simplonas, a «presencia»; para los que todo lo vuelven referencia benjaminiana, «existencia»; y para quienes se sienten muy Aby Warburg, «contemporaneidad». A partir de él, MSD actualiza algunas de las reflexiones sobre virtualidad y virtualización que tanto ruido hicieron en la Europa y los Estados Unidos de mediados de la década de 1990. Período en que filósofos y analistas culturales ingenuos trataban de entender una World Wide Web lenta pero de alto potencial difusor. Quizá por ello, cada vez que vamos a la exposición, los más viejos sentimos nostalgia de esa época vía hardware: scanners de bandeja, impresiones a color en hojas de papel bond, pantallas azules, joysticks, botones grandes, televisores culones.

 

Pero como la cuestión no era hacer un museo vintage, MSD se sirvió de la forma en que Nicholas O’Brien articulara esta idea de presentness en el artículo Finding Place in the Digital, para adaptarla a nuestro tiempo y contexto. Por eso el enfoque subjetivo es fundamental a lo largo de toda la muestra.  Si O’Brien cuenta que luego de ver a la policía de Nueva York expulsando a los ocupantes de Zuccotti Park en la pantalla de su celular y así comprobó el bache que venía intuyendo hacía tiempo entre la percepción de «espacio» y «lugar», MSD hace lo propio con su «paradoja de fisicalidad». Pero vamos por partes.

 

O’Brien: mientras navegaba gracias a una conexión disponible en su habitación recordaba haber participado de los hechos de 2011: haber visto agresiones policiales en transmisiones detalladas, haber hablado con simpatizantes de distintos países, haber leído y difundido muestras de solidaridad en redes suyas y de amigos. Incluso dice haberse sentido acompañado «de activistas políticos galvanizados ya no en el medio ambiente material [de la plaza] sino en una localización inmaterial específica de camaradería y apoyo.» Tiempo después programó un viaje a Nueva York y aprovechó para ir al parque para llegar y no sentir la misma presentness. Todo lo contrario, notó cierto desánimo respecto a la forma en que pudo haber participado con su presencia en las manifestaciones o haber estado cuando éstas fueron rechazadas por parte del Estado.

 

MSD: en parte, el desajuste de O’Brien sirve como eje conceptual a la exposición. Sobre todo porque configura estratos ontológico, fenomenológico y dialéctico para comprender la cultura post-digital «contemporánea». El equipo curatorial colombiano retoma la «paradoja de fisicalidad» enunciada por el teórico y la subraya. Según O’Brien, ya no tenemos la necesidad u obligación ontológica de estar en un espacio para «vivirlo» y, en muchos casos, esa vivencia puede llegar a verse reemplazada con un inventario de sensaciones provistas a través de comunicación digital o ser resultado de una reflexión rigurosa sobre lo que significa obtener/producir sensaciones por ese medio (¿recuerda la última vez que un meme le dañó el día? Pues eso).

 

De hecho, MSD sabe que traer esta cuestión al campo de la producción de arte contemporáneo no es nada inocente. De contarse con dispositivos de realidad virtual o si pudiera sumarse la experiencia del tiempo real a la virtualización del espacio, la noción misma de site specific puede verse sensiblemente revaluada. ¿Se podría percibir el Campo de relámpagos de Walter de María sin ir hasta su emplazamiento en Quemado? ¿Cómo sería percibida Escaleras futuras si, además de ver las obras en sala, se contemplaran todas las películas programadas en su ciclo audiovisual y se consultara toda la información alojada en su página web? ¿Cómo será el Premio Luis Caballero cuando participen en él artistas conscientes de esta nueva dialéctica de producción visual «contemporánea»?

 

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El componente sociológico de la curaduría analiza significados, efectos y modalidades de  interacción entre humanos, máquinas y programas. Y si bien atraviesa toda la exhibición,  se le puede encontrar concentrado en su página web, donde MSD pone en claro varios asuntos. Por ejemplo, que a pesar de que la duración de los sites tiende al convencionalismo de la eternidad, de hecho se trata de entornos comerciales (es decir, plataformas que viven de mendigar atención permanente). En breve, la página de Escaleras futuras no durará para siempre.

 

Otro punto es que, como dispositivo de comunicación, traduce una conciencia del archivo mismo que la configura. Por eso es posible consultar are.nas, sites y proyectos que dieron forma a la exploración de presentness que hizo MSD à la bogotana. Es más, en ese repositorio llama la atención una investigación que refuerza la indagación de MSD sobre el hardware como desencadenante de presentness. Se trata de The Mouse Holds Us, proyecto de la artista emma rae norton. Una atenta mirada hacia la historia del mouse de computador a partir de un enfoque político (¿qué cosmovisiones produce la manipulación de un mouse?), estético (¿por qué y desde cuándo un mouse es así?), existencial (¿qué mira un mouse óptico?), laboral (¿de qué manera refleja un mouse la división intelectual del trabajo) y de género (¿de qué manera refleja un mouse la discriminación laboral entre hombres y mujeres?)

 

A partir de esas preguntas, norton examina la relación humano/objeto-proveniente-del-entorno-computacional, para superar el hálito metafísico-periodístico que inspira las interpretaciones al uso sobre los efectos sociales de la tecnología digital. Para entendernos: cuando piensa en fenómenos culturales derivados de la interacción con plataformas, el grueso de la población termina más rápido que tarde recitando las estupideces que le ha dictado un periodista —o influencer (no importa, y si es colombiano, peor)—, a partir de criterios construidos con retazos de ilustración superficial y enormes dosis de prejuicios generacionales, étnicos o de clase. En breve, la idea de un infierno de fake news, aburrimiento en scroll eterno, pautas comerciales desencadenadas y espionaje permanente que se ha acuñado sobre internet procede, sobre todo, de un océano alimentado por las cloacas de un sentido común mal encaminado.

 

Todo ese asunto se dilucida a través de la obra de norton. Ella permite comprender que un adminículo tan aparentemente amigable en su diseño esconde pautas preconcebidas de re-orientación de miles de horas de trabajo humano ante computadores, siempre a partir de una diferencia de género. Mediante guiños a la cultura de promoción de gadgets, arqueología de medios, lecturas performativas, ensayos escritos y visuales o incluso ¡un mouse anticapitalista! (es decir, uno que le impedirá al usuario «comprar en internet [y] alentarlo a que permanezca prevenido sobre la constante presencia de publicidad a partir del encendido de un motor interno conectado a un micrófono con arduino»), norton logra que quien trabaja y distrae usando hardware computacional, sea capaz de racionalizar los efectos que éste produce en sus pautas de comportamiento:

 

«Con el mouse, te ves forzado a tomar un descanso. Desde el comando cíclico hasta la respuesta que das a tu computador. Desde mover tu mano sobre el mouse y luego lejos de él y, de nuevo, sobre él. Esos segundos que pasan son los que en realidad te sostienen. Son acerca de tu cuerpo y cómo tu cuerpo se asienta en este mundo, no en el mundo que imaginas ante tu pantalla.»

 

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El esfuerzo de MSD radica en esta yuxtaposición. En la que se forma entre espacio y lugar, imaginación y realidad factual, siguiendo a O’Brien. En el breve lapso que hay entre click y click o cuando levantamos nuestra mano del mouse para adquirir consciencia de la interacción que se da entre objetos de diseño y sujetos de uso, tomando la deriva de norton. Incluso, promueve cierto activismo del consumo post-digital ya no al modo melodramático del cyberpunk tradicional, sino prestándole atención a la demora que hay entre carga y carga de contenidos. De hecho, el grupo mismo lo indica, cuando quiere responder a cuestionamientos del tipo «¿cómo pensar en un espacio físico IRL partiendo de los mecanismos, metodologías y maneras de operar de la internet?» Y lo logra.

 

Queda pendiente la reflexión sobre algunas de las obras presentes en la exposición (ruedita de buffering).

 

 

MSD (Daniela Gutiérrez, Sebastián Mira)
Escaleras futuras
Galería Santa Fe
12 de septiembre- 18 de octubre, 2020
Bogotá

Guillermo Vanegas
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