22 situaciones (de la peor a la mejor) más destacadas de la cultura colombiana en 2022

22.- La Bienal Internacional de Arte contemporáneo de Cali. Una desgracia total: apoyo-no apoyo estatal, irrigación de dineros públicos jamás aclarada, fotos de nuestra (pésimamente asesorada) Ministra de Cultura con los organizadores del desastre y la tránsfoba Amparo Grisales. ¿Qué más podría malir sal? 

21.- La escandalera de Maria Calumnia Montalvo en el 46 Salón Nacional de Artistas. Estudio de caso de idiotez burocrática de curadores viejos contra curadora joven trepadora: todo lo que el trío de eternos funcionarios del Área de Artes del Ministerio de Cultura —Jaime Salón, Andrés Gaitán, Víctor Manuel Rodríguez— pudo hacer mal, lo hizo peor (para terminar jugando a favor de una galerista devenida en curadora racista). 

20.-  La Desinvitación Nacional de Artistas. O, lo que es lo mismo, la corta carrera curatorial de José Sanín: se trata de la fábula de un joven artista que de un día para otro resultó haciendo parte del equipo curatorial del 46 Salón Nacional de Artistas, sólo para darse cuenta de que lo habían puesto allí para firmar cartas de desinvitación a artistas que no se esperaba que ventilaran su molestia en público. Tan de malas. 

19.- El perturbador coqueteo pre y post-electoral entre Gustavo Petro y César Gaviria Trujillo. O la siempre latente calamidad de que el MinCultura quede en manos de María Paz Gaviria. 

18.-  La cláusula de confidencialidad paraca contra todos los contratistas del 46 Salón Nacional de Artistas. Ejercicio de acoso laboral sistemático del trío de eternos funcionarios del Área de Artes del Ministerio de Cultura —Jaime Salón, Andrés Gaitán, Víctor Manuel Rodríguez— y la Fundación Arteria contra todo aquel que tuviera la desgracia de trabajar para  tan olvidable evento. 

17.- La cosa aporofóbica de Casas Riegner. Nada más peligroso que un ex-pobre pedaleado por gomelos para despotricar de los pobres. Traducción: el artista Rosemberg Sandoval redactó un poema clasista para poner en la fachada de una galería bogotana que lleva años yéndose al carajo. 

16.- El apoyo del escritor William Ospina al candidato del paramilitarismo. Fascinante suicidio político a fuego lento por parte de un autor que hizo hasta lo imposible para condenarnos a cuatro años más de masacre social con tal de ser nombrado ministro de cultura. ¿Qué habrá hecho de haber ganado? ¿Poner de Viceministro naranja a Ángel Becassino?  

15.- La oportunidad perdida de la revisión de Ante América en 🙄ArtBo🙄. Una exposición canónica que merecía una lectura concienzuda, una curadora argentina de derechas, un catálogo-fotocopia. En serio ¿qué le está pasando a los museos colombianos que (también) decidieron claudicar ante la feria clasista para permitir que sucedan allí tareas de curaduría  histórica?   

14.- El veredicto contra el dúo María Mercedes Herrera-Ricardo pAracos-Palma  luego de su extorsión a Espacio El Dorado. Obligatoria desambiguación de la labor curatorial ante la ignorancia supina de una pareja de profesores expertos en acosar, escribir mal, investigar con las paticas y delirar creyendo que lo que hacen es historia de arte. Pobre historia. 

 

13.- La protesta animalista en la obra de gallinas en ArtBo 2022. A pesar de los tombos perfiladores, de la posibilidad de quedar en la lista negra de artistas-a-no-explotar en próximas ferias de arte clasistas y del encono de influencers artísticos (comunistas por fuera, neoliberales por dentro), las personas que hicieron esta acción propusieron que incluso los eventos autistas pueden ser tribunas para tratar problemas como la masacre diaria de animales para consumo humano. 

 

12.- La salida del historiador de extrema derecha Darío Acevedo del Centro Nacional de Memoria Histórica. Tras convertir a esta respetable entidad en la pesebrera de FEDEGAN, el intelectual paisa experto en (fabricar) postverdad decidió renunciar para huirle a la responsabilidad que le cabe por haber convertido el negacionismo de la guerra civil colombiana en política de Estado. Muy triste: otro uribista impune.  

11.- El performance de Donnadie en la inauguración de la exposición racista de María Calumnia Montalvo. Luego de verla obtener exposición (saludo con Ministra incluido)  amenazando con demandar a todo el mundo, el colectivo integrado por Jorge Sarmiento y Felipe Rodríguez entendió que el objetivo de la ex-galerista no era la creación de condiciones para la visibilización de las obras de un grupo de comunidades originarias sino el arribismo puro y duro. De ahí a desenmascarar el paternalismo de Montalvo bastaba un paso ¡qué bien Donnadie lo dio! 

 

10.-  Para acabar con todo, performance del artista Antonio Herrera en la universidad del Atlántico con motivo de la inauguración del Contra-Salón Guacahayo. Lo más chistoso fue el cague de susto del funcionario eterno Andrés Gaitán tratando de entender por qué nadie le respetó su 46 S.N.A.ranja 

9.- La carta de Donnadie contra el sindicato de artistas. Repite el colectivo bogotano, esta vez en formato de performance-carta abierta donde cuestionaba la administración del Sindicato de Artistas bajo premisas éticas y llamados a la pertinencia. Bien escrita y bien redactada, sin embargo su lío fue el timming: de haberse publicado cuando existiera formalmente ese sindicato habría sido más eficaz. 

 

8.- El sindicato de artistas. Iniciativa de la artista de la ASAB, Lina Bolaños, quien entendió una de las razones más apremiantes de la depresión de las personas que egresan de artes y no son herederas: generar un espacio de discusión y escucha, de construcción de representación y debate, de lucha por la visibilidad y la dignidad. Una iniciativa que hacía demasiada falta en el país. 

7.- El Premio Luis Caballero para Nadia Granados. La confirmación de una trayectoria que venía ascendiendo en el país hasta que tocó techo, optó por la internacionalización autogestionada adaptando el formato académico y terminó enriqueciendo su mirada sobre   nuestro extensísimo paisaje de violencia estructural. Excelente ensayo visual sobre todo lo que se debe arreglar en este platanal. 

6.- La exposición Gris, de Edwin Sánchez en la Galería Santa Fe. Una muestra dedicada a hablar de aquello que nadie habla pero ejerce con denuedo en el campo artístico en que vive. Una colostomía de verificación sobre la que es quizá la producción discursiva más abundante de nuestro medio profesional —superando incluso a las  pésimas exposiciones de San Felipe. Un análisis de la cultura de cancelación según se ejerce en medios e instituciones culturales colombianas. 

5.- La exposición Quince años de Laguna Libros, curada por Angélica Ávila en la Biblioteca Virgilio Barco. Una muestra sincera, amable, emotiva, juiciosa, atenta e indispensable (que debería durar dos meses más, porfi-porfi-porfi, ¿siiii? 🥲) Y recuperarse analíticamente en  varias tesis de maestría y doctorado de escuelas de Artes, Historia del arte y Diseño gráfico. Por lo menos.  

4.- Un supuesto fotográfico. The Family of Man en El Dorado. Metaexposición a distancia de una muestra originalmente planeada por el Museo de Arte Moderno de Nueva York y el Departamento de Estado de los Estados Unidos para itinerar por países donde ese país quería destruir la democracia. Interjuego de colección particular —la de José Darío Gutiérrez— con una vertiente de la historia de la fotografía del siglo XX y una iconografía que, para bien y para mal, nos enseñó a ver el mundo à la Edward Steichen. 

3.- La muestra Tipo, lito, calavera. Historias del Diseño Gráfico en Colombia, con curaduría y textos de Juan Pablo Fajardo en la Casa Republicana de la Biblioteca Luis Ángel Arango. Diecisiete capítulos que son diecisiete exposiciones distintas para hablar largo y tendido  sobre una de las facetas más fascinantes pero menos exploradas de la cultura visual colombiana: el diseño gráfico producido en el país antes de la peste aperturista del gobierno del (Neo)liberal César Gaviria Trujillo. Se recomienda ir mínimo tres veces.  

2.- La exposición Mapa Teatro. Laboratorio de la imaginación social, 40 años en el Museo de Arte Miguel Urrutia. Proyecto intermedia que todas las instituciones culturales del país nos venían debiendo desde el 31 de octubre de 2018, cuando la juntanza dirigida por Rolf y Heidy Abderhalden inaugurara su muestra De los dementes, ò faltos de juicio en el Reina Sofía de Madrid. Menos mal se realizó con el Banco de la República, menos mal no se le apretó en un sólo piso de ese museo, menos mal no lo curó María Sáez de Ibarra, menos mal durará bastante y menos mal tendrá activaciones periódicas. Se recomienda ir mínimo seis veces. O siete. 

1.- La derrota del uribismo. A pesar de todas las masacres sistemáticas, todo el periodismo prepago, todo el catolicismo fundamentalista, todos los viejos y cristianos que sí votan, todo el dinero de todas las corporaciones organizado para perpetuar la desgracia neoliberal en esta tierra, fue posible erradicar del Palacio de Nariño la enfermedad mental inspirada en el defensor del paramilitarismo y promotor de narcotraficantes Álvaro Uribe Vélez. Eso sí, dura prueba para la política progresista y sus aliados, que tendrá poquísimas oportunidades de demostrar que lo puede hacer infinitamente mejor y sin robar ni mandar asesinar opositores. ¡Jueputa, por fin! 

Guillermo Vanegas
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