21 situaciones (de la peor a la mejor) más destacadas de la cultura colombiana en 2021

21.- El «Programa» de «convocatorias» para artes visuales del Ministerio de Cultura: ¡nada para lxs artistas!

20.- La conferencia de líderes de iglesias —pederastas y demás— en la misma sala donde el artista Francis Alys exhibía imágenes de la guerra estadounidense en Irak. Venenoso coctel de arte y política preparado, como no podría ser menos, por nuestro Joseph Goebbels analfabeto: el mantecazazazazaso y brutazazazazaso aspirante a actor y Ex-Ministro de Cultura Felipe Buitrago —quien, además, ostenta el récord de haber sido el lavaperros ministerial de menor duración en la historia de la nación.

19.- El diplomado en Arte y Política convocado por el área de artes del Ministerio de Cultura durante la peor etapa del Paro Nacional y de la gestión de su encargado, el ya mencionado Manteco Buitrago: Magister en cinismo.

 

18.- Los tweets racistas del Manteco Buitrago. La mejor demostración de que todo lo relacionado con (destruir, perseguir, amenazar, escupir hacia lo mejor de) la cultura local era lo que más interesaba a este desgobierno. Odio de mestizo-abrazatombos contra habitantes originarios y sus herederos que se expresaron en la arena pública para reclamar reparación histórica.

17.- Tombos criollos disfrazados de nazis en una escuela de tombos (nazis): otra prueba de que lo peorcito de la especie humana se encuentra en esta patria. Promoción deliberada y puntillista de imágenes relacionadas con los responsables de promover un exterminio étnico a nivel transfronterizo que funcionó a su vez como sincera declaración de principios institucional: Dios y pata.

16.- El pizzagate de la feria Buró. Inmejorable oportunidad para comprobar el acendrado clasismo del mezquino y eternamente subsidiado sector naranja colombiano. Manifestación clara y directa de maltrato laboral, abuso personal y agresión empresarial contra quienes expresen su desacuerdo por políticas como la de negar alimentación a subcontratistas. Con su actitud, María Alejandra Silva nos hizo agradecer que no existan (más) Marías Alejandras Silvas en nuestro querido, generoso y socialmente comprometido sector del arte contemporáneo.

15.- La prohibición de Ximena Gama —una de las curadoras del 46 Salón Nacional de Artistas— para criticar la más reciente y —fruto de esa misma censura— menos comentada exposición de Óscar Murillo en el Museo de Artes Belén Sáez, en la Universidad Nacional. A pesar de ser sociológicamente cierta (a un artista uniandino se le cae una cuchara en Goldsmiths y aquí le dan la Cruz de Boyacá, lo exponen en Casas Riegner y lo publican en Planeta), involucra un desafortunado ataque contra la reflexión pública sobre el arte local. ¿El anuncio de la actitud hacia la crítica durante el próximo Salón Nacional? Ojalá el dios de los cristianos no lo quiera.

14.- Publireportajes metaredundantes 2: los dedicados a la Feria del Millón en La Silla Vacía, escritos por el Director de la Feria del Millón simulando interés de la Feria del Millón por (vender baratas producciones visuales políticamente concernidas con la actualidad nacional. ¡Llame ya!

13.- Publireportajes metaredundantes 1: el que publicó la directora de la galería Casas Riegner (ex-Galería Diners) en la Revista Diners para vender libros de la galería Casas Riegner (y familia).

12.- El ímpetu censurador de Halim Badawi tras su paso como jurado de la nefasta convocatoria Arte Joven 20×21. Bastó con que se le recordara que cuando se trataba de criticar a sus jefes olvidaba ser acerado opinador y analista político y a cambio se puso a generar bots, amenazar con demandas judiciales por haber sido puesto en cuestión su criterio impepinable y denunciar opiniones, memes y comentarios ante la red de redes. Lamentable declive de quien antes de erigirse en nuestro más reciente Savonarola, fuese un eficiente analista del mercado e historiador de arte patrio con proyección. ¡Saludos desde Bogotá, estimado Godím!

11.- El ímpetu racista de Elkin Rubiano en el evento programado por el Instituto Distrital de Patrimonio «Monumentos en movimiento». Conocido por su arribismo a punta de publireportajes flojos sobre exposiciones en Bogotá, nuestro conocido crítico-sin-crítica decidió ponerse neoconservador e impugnar las acciones de miembros de la comunidad Misak que ejercieron legítima acción directa durante el Paro Nacional (luego remató comparando el derribo de esculturas de conquistadores y asesinos  con  la quema de libros impulsada por el gobierno nazi).

10.- Por las galerías. Escrito a seis manos por Carolina Cerón, Natalia Gutiérrez y José Ruiz, es un poderoso libro que incluye ensayos sobre diferentes tópicos de la gestión comercial de arte en el país. Junto con las entrevistas realizadas y el directorio de espacios de circulación no institucionales para las artes visuales nativas suma a la necesaria pero aún reducida historiografía del mercado del arte nacional (atención investigadores egresados de Artes de la Nacional: incluye lección sobre la nocividad del estreñimiento documental).

9.- La exposición de NarColombia en la Facultad de Administración de la Universidad de los Andes. Este proyecto aunó bajo la gestión de Paula Leuro, Andrea Infante, Omar Rincón, X Andrade y Lucas Ospina una rigurosa narración sociohistórica sobre nuestro pasado reciente. Muchos metros de plotter adhesivo y cuidadosas mezclas de periodismo, antropología visual, estudios visuales y crítica política contemporánea para dar entrada a una reflexión pública que pocos han adelantado en nuestra tierra, potencia mundial en producción de cocaína.

8.- La exposición Una línea de polvo dentro de la exposición NarColombia. Ejemplar modelo de curaduría dentro de una curaduría donde el curador e historiador del arte Santiago Rueda Fajardo amplió su canon de ejercicios artísticos que representan las múltiples facetas derivadas de la asimilación de la economía y la ética narco en lo más profundo del alma de este godísimo país.

7.- La exposición Huellas de desaparición, precedida por la publicación de un escalofriante video que describía el asesinato del manifestante Lucas Villa luego de que el mayordomo de Álvaro Uribe Vélez implementara la táctica del Enemigo Interno durante el Paro Nacional. Este proyecto, adelantado entre Forensic Architecture, la Comisión de la Verdad y el Museo de Artes Miguel Urrutia abrió luces sobre la manera en que se puede construir relato histórico desde la práctica visual. De paso, una necesaria superación del egomaníaco monopolio del duelo por parte de Doris Salcedo & Cía. para entender que en nuestra historia local siempre hace falta ponerle nombre, y figura, a los responsables de nuestra eterna guerra civil.

6.- El monumento de la resistencia. Si fue criticado por la inexperta, marrullera y moralmente hedionda María Fernanda ParaCabal, por algo sería. Resultado de la autogestión de manifestantes y ciudadanía localizados en uno de los sectores donde más muertos y desapariciones produjo la Policía Nacional durante el Paro, demostraba en clave de iconografía popular espontánea, graffiti, tag y memorial que la construcción del relato de esta nación hace tiempo dejó de pertenecer a las élites encargadas de aniquilar cualquier forma decente de representación popular.

5.- El respaldo de la Sala Cuarta de Revisión de la Corte Constitucional a la imagen conocida como «¿Quién dio la orden?», cuyo fallo indicaba «…debido a la gravedad de los hechos, al inmenso impacto que ha tenido en nuestra sociedad el fenómeno de los denominados “falsos positivos”, dada también su complejidad y todo lo que implica que miembros del Ejército estén siendo investigados por su supuesta participación en hechos que los denunciantes presentan como una actuación sistemática, la manifestación y los datos que se relacionan en la imagen en cuestión son de evidente interés público. A su vez, constituye una crítica al Estado, que claramente hace parte del debate público».

4.- La decoración de luces en Salitre Mágico el 22 de octubre. Encantadora exhibición de valentía y marketing de guerrilla para un país al que tanta falta le hace quejarse en público sobre el cáncer que es su política tradicional en permanente metástasis. Lección de valentía en un  territorio que convirtió la lambonería exhibicionista en estrategia exclusiva de movilidad social.

3.- La Bodeguita de la Concordia, de Juan Obando. Reflexión instalativa a modo de teatro comunicacional que contrastó realidad aumentada glocal, experiencia en galería y «vivencia de lo visual» a través de pantalla y red social. Interesante experimento en clave aceleracionista sobre la puesta en juego de nuestras percepciones sensoriales frente a las expectativas ideológicas que activamos cuando de acceder a una muestra artística «presencial» se trata.

2.- Las manifestaciones visuales derivadas del Paro Nacional. Excelente oportunidad para comprobar las transformaciones del lenguaje de movilización, la evolución del activismo visual nativo y la implementación de novedosísimas prácticas de acción directa: menos «¡El pueblo unido jamás será vencido!», más «Y uno, y dos y tres. ¡Stop-Uribe-Paraco-Hiueputa!»

1.- El Paro Nacional. Movilizaciones y reivindicaciones que ojalá precipiten la caída de un odiado régimen que aborrece con saña infinita a la ciudadanía que, por desgracia, representa.

Guillermo Vanegas
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